Doctorado en Farmacología, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).
Profesor Investigador Asociada B, Departamento de Fisiología, CUCS, UdeG.
Profesor Investigador Titular A, Departamento de Fisiología, CUCS, UdeG.
Contacto: arcelia.garcia@academicos.udg.mx
La herbolaria es una parte muy importante de la cultura de nuestro país. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el 80% de la población mundial utiliza remedios herbolarios para tratar una variedad de síntomas y enfermedades (1). Se trata de una práctica milenaria que consiste en el uso de plantas y otros ingredientes vegetales con propiedades medicinales para tratar problemas de salud o mantener el bienestar general. Las plantas contienen numerosos compuestos químicos con efectos sobre el cuerpo humano; de hecho, hasta un 25% de los medicamentos actuales se originaron a partir de compuestos obtenidos de plantas y otras fuentes naturales (2).
Los remedios herbolarios emplean raíces, hojas, flores, semillas y tallos de una o varias plantas para elaborar tés, ungüentos, esencias, tinturas, cápsulas, tabletas, polvos, aceites, jarabes, pomadas, entre otros productos (2). Su popularidad se debe a la facilidad de preparación, el bajo costo y la creencia generalizada de que “todo lo natural es mejor porque no contiene químicos”. Esta idea errónea lleva a muchos pacientes a sustituir los medicamentos recetados por el médico con algún remedio herbolario, lo cual puede poner en riesgo su salud. A continuación, se presentan algunos datos relevantes sobre las plantas medicinales que conviene conocer en caso de considerar el uso de un remedio natural.
Las plantas contienen más químicos que los medicamentos
Tanto los medicamentos como las plantas contienen compuestos químicos, conocidos como “principios activos”, responsables de los efectos benéficos que su consumo produce en el cuerpo humano. Mientras que los medicamentos suelen contener uno o un par de compuestos químicos aislados, un preparado herbolario puede contener más de 150 compuestos diferentes en diversas cantidades. Esta composición varía de una planta a otra, de una parte a otra de la misma planta, según la estación del año en la que se recolectó, su ubicación geográfica, y si se trata de una planta silvestre o cultivada. Por esta razón, resulta complicado asegurar si la planta que se va a utilizar contiene los principios activos deseados y si estos se encuentran en una cantidad suficiente para generar un efecto benéfico (3).
Los remedios herbolarios no son medicamentos
Los medicamentos son compuestos químicos utilizados para curar, detener o prevenir enfermedades, aliviar síntomas o ayudar en el diagnóstico. Para que un medicamento pueda salir al mercado y ser recetado por un médico, debe someterse a múltiples estudios que demuestren su eficacia y seguridad para tratar una enfermedad o síntoma específico. En contraste, los remedios herbolarios caseros, así como muchos de los productos que se comercializan en farmacias naturistas bajo la etiqueta de “medicamentos”, no han pasado por los mismos estudios científicos. Su eficacia para combatir problemas de salud se basa únicamente en creencias populares o experiencias personales de quienes los recomiendan, por lo que es posible que no funcionen tan bien como se espera (2).
La dosis es lo que diferencia a un medicamento de un veneno
Cuando se utilizan plantas en su estado natural para elaborar remedios herbolarios, no es posible determinar con precisión la cantidad necesaria para obtener un efecto benéfico. Frecuentemente se recomiendan medidas como “un puñito” o “tres ramitas”, las cuales no están estandarizadas, lo que impide establecer una dosis adecuada y segura. Aunque el consumo de remedios hechos con plantas puede ayudar a combatir síntomas y enfermedades, al igual que los medicamentos, también puede provocar efectos secundarios molestos o incluso tóxicos, que ponen en riesgo la salud e incluso la vida. Muchas personas desconocen estos riesgos, y ya se han documentado casos de daños graves en hígado y riñones asociados a su consumo. En la ilustración 1 se muestran ejemplos de plantas medicinales comunes que pueden causar efectos secundarios al ser ingeridas (4).
La fabricación y venta de remedios herbolarios no están regulada
A diferencia de la industria farmacéutica, en la que las leyes obligan a las compañías a demostrar que sus productos funcionan, que son seguros y que se fabrican bajo altos estándares de calidad, no existen regulaciones equivalentes para los remedios herbolarios. Gran parte de lo que se comercializa en farmacias naturistas no ha pasado por pruebas experimentales que validen su eficacia, ni se ha comprobado que los componentes mencionados en las etiquetas correspondan realmente a los ingredientes del preparado o que estén libres de contaminantes como insecticidas, metales pesados u otras sustancias tóxicas. En el caso de las preparaciones caseras, el riesgo es aún mayor, ya que las plantas silvestres pueden estar contaminadas con bacterias, venenos, pesticidas o metales pesados, cuyo consumo puede generar más problemas que beneficios para la salud (5).
Pueden ser peligrosas si se consumen en conjunto con medicamentos
Algunos de los compuestos químicos activos presentes en las plantas pueden interferir con la acción de medicamentos recetados por el médico. Estos compuestos pueden interactuar con los principios activos de los fármacos dentro del cuerpo humano y generar efectos de distinta gravedad. Por ejemplo, ciertos compuestos vegetales impiden que algunos medicamentos se eliminen adecuadamente del organismo, lo que puede provocar intoxicaciones o la aparición de efectos secundarios. Otros disminuyen la eficacia de los medicamentos, reduciendo su capacidad para aliviar síntomas o tratar enfermedades, y poniendo en riesgo la salud del paciente a corto o largo plazo (3).
A pesar de que el consumo de remedios herbolarios puede resultar benéfico para el tratamiento de diversos problemas de salud, esta práctica no está exenta de riesgos. Es importante informar a la población sobre las desventajas que presenta el uso de la herbolaria y cómo evitar los posibles peligros asociados con su empleo como tratamiento..
Figura 1. Plantas medicinales de uso común y sus respectivos usos medicinales, riesgos y contraindicaciones.
A continuación, se presentan algunas recomendaciones para un uso más seguro y racional de remedios herbolarios:
Conclusiones
A pesar de que la práctica de la medicina herbolaria existe desde hace miles de años y que, en la actualidad, gran parte de la población recurre a ella para tratar diversas enfermedades, aún se requieren más pruebas científicas que determinen si los remedios herbolarios son verdaderamente efectivos, benéficos y seguros.
[1] Gutiérrez-García G, Espinosa-Ayala E, Abel Hernández-García P, Pavón-Silva TB, Márquez-Molina O. Conocimiento y práctica de la herbolaria en el estado de méxico, pautas hacia la sustentabilidad knowledge and practice of herbalism in the state of mexico, guidelines towards sustainability. Agrociencia, 2020;54(8):1043-1058.
[2] Umaru IJ, Shuaibu SI, Adam RB, Habibu B, Umaru KI, Haruna DE, et al. Effect of herbal medicine and its biochemical implication. International Journal of Advanced Biochemistry Research. el 1 de julio de 2020;4(2):46–57.
[3] Gouws C, Hamman JH. What are the dangers of drug interactions with herbal medicines? Vol. 16, Expert Opinion on Drug Metabolism and Toxicology. Taylor and Francis Ltd; 2020. p. 165–7.
[4] Tungmunnithum D, Thongboonyou A, Pholboon A, Yangsabai A. Flavonoids and Other Phenolic Compounds from Medicinal Plants for Pharmaceutical and Medical Aspects: An Overview. Medicines. el 25 de agosto de 2018;5(3):93.
[5] Kanfer I, Patnala S. Regulations for the use of herbal remedies. En: Herbal Medicine in Andrology. Elsevier; 2021. p. 189–206.
Licenciatura en Nutrición, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).
Licenciatura en Nutrición, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).
Departamento de Disciplinas Filosóficas, Metodológicas e Instrumentales, CUCS, UdeG.
Contacto: teresita.hflores@academicos.udg.mx
A diario, nuestro cuerpo enfrenta una batalla silenciosa: el estrés oxidativo. Este proceso, aunque suene alarmante, es en realidad algo sumamente común. Imagina un grupo de células enojadas, corriendo de un lado a otro, buscando a quién robarle su energía para sentirse más fuertes. Estos pequeños villanos son los radicales libres. Pero, para todo villano, hay un héroe; en este caso, son los antioxidantes, quienes buscan detenerlos y proteger a las células del cuerpo del daño que pueden causar.
Cuando hay demasiados radicales libres y no suficientes antioxidantes para neutralizarlos, la situación se vuelve desfavorable; a esto se le conoce como estrés oxidativo. Sin embargo, la biología no siempre es tan simple. Lo que pocas veces se menciona es que estos villanos también tienen un lado positivo. En ciertos momentos, los radicales libres pueden actuar como agentes clave en la defensa del organismo, activando mecanismos que nos ayudan a combatir infecciones o a reparar daños. ¿Podrían estos supuestos malhechores, en determinadas circunstancias, ser héroes inadvertidos? Es aquí donde comienza la verdadera batalla entre el daño y la defensa: ¿será el estrés oxidativo un amigo o un enemigo?
Conociendo al estrés oxidativo
La historia comienza en la década de 1950, cuando dos científicos —el químico Irwin H. Finkel y el físico Richard D. H. Davies— descubrieron por primera vez a los radicales libres, esos supuestos villanos que se dedican a causar caos en el cuerpo [1].
En 1956, un biólogo llamado Denham Harman se une a la historia al introducir una teoría crucial. Harman propuso que estos villanos no solo estaban causando daño a las células en el presente, sino que su ataque continuo podría llevar a consecuencias mucho mayores en el futuro. Según su teoría, el daño acumulado por estos radicales libres afectaba a biomoléculas esenciales como el ADN, los lípidos y las proteínas. Este concepto fue conocido como la teoría del envejecimiento oxidativo [2].
Sin embargo, desde la introducción de esta teoría, el campo de la investigación sobre el estrés oxidativo ha crecido enormemente. Los científicos han descubierto que los radicales libres son personajes complejos en una épica historia de héroes y villanos. Aunque a menudo se les ve como malvados que causan caos, en realidad suelen desempeñar papeles cruciales como aliados en varias misiones importantes para la defensa del cuerpo.
Protagonistas del estrés oxidativo
Imagina que, en el interior de nuestro cuerpo, existe una batalla silenciosa y constante entre héroes y villanos. Los héroes en esta historia son los antioxidantes, siempre listos para proteger nuestras células. Los villanos, por otro lado, son los radicales libres y las especies reactivas de oxígeno (ERO), que suelen considerarse problemáticos [3].
Los radicales libres son reconocidos como pequeños villanos que buscan robar electrones para obtener más poder. Entre ellos se encuentran el superóxido (O₂•⁻), el peróxido de hidrógeno (H₂O₂) y el radical hidroxilo (•OH). Cada uno tiene su propia manera de causar estragos. Por ejemplo, el superóxido es conocido por ser un villano que ataca rápidamente, mientras que el peróxido de hidrógeno es más astuto y tiende a dañar a las células de manera indirecta [4].
Estos villanos se generan principalmente en las mitocondrias, que son como las fábricas de energía de nuestras células. Durante la producción de energía, estos radicales libres se liberan ocasionalmente; son inevitables, pero no siempre destructivos.
Hay ocasiones en las que, si un invasor —como una bacteria o un virus— amenaza la paz del cuerpo, estos supuestos villanos entran en acción. Estos héroes inadvertidos son los neutrófilos y macrófagos, dos tipos de células que forman parte del ejército del sistema inmunitario [3]. Usan su poder para atacar y destruir a los invasores. Este proceso, conocido como estrés oxidativo inducido por fagocitos, es como una batalla feroz en la que los radicales libres ayudan a eliminar las infecciones y a mantener el cuerpo a salvo.
Por otra parte, en esta famosa batalla, algunos radicales libres tienen un rol como mensajeros importantes. En este contexto, se transforman en señales especiales que ayudan a coordinar la comunicación entre las células. Uno de estos mensajeros es el óxido nítrico (NO), el cual regula funciones cruciales como el tono vascular y la presión arterial [5]. También contribuye a la transmisión de mensajes entre las células para asegurar que todo el cuerpo funcione en perfecta armonía. Sin estos mensajeros, la comunicación celular se volvería desorganizada, afectando el funcionamiento general del organismo.
La alianza
Esta colaboración entre los antioxidantes (internos y externos) y nuestros héroes inadvertidos (radicales libres) es crucial para el bienestar del cuerpo. Mientras los defensores internos luchan continuamente, los héroes externos refuerzan la defensa, proporcionando apoyo adicional para enfrentar a los invasores. Pero, ¿cómo es que esta alianza llega a su fin? ¿Cuándo se rompe este equilibrio?
Mecanismos de acción del estrés oxidativo
Existen diferentes escenarios que favorecen la producción descontrolada de radicales, lo que dificulta el trabajo de los antioxidantes para controlarlos y colaborar en el cuidado del cuerpo. La exposición a la radiación ultravioleta del sol, la contaminación del aire y algunos malos hábitos, como el tabaquismo, actúan dándoles más fuerza. Además, tener altos niveles de estrés, una dieta deficiente o poco balanceada, así como la inflamación crónica, también pueden intensificar el caos, permitiendo que los radicales libres se multipliquen y causen más daño [5].
Sin embargo, incluso en el campo de batalla pueden emerger aliados que ayudan a nuestros héroes a mantener el equilibrio en el cuerpo.
Estos héroes internos incluyen a los famosos superóxido dismutasa (SOD), glutatión peroxidasa (GPx) y catalasa. Son expertos en neutralizar los ataques de los radicales libres cuando se rompe el equilibrio [4].
Además de estos héroes internos, el cuerpo también recibe apoyo de héroes externos que provienen del consumo de alimentos y bebidas. Algunos antioxidantes, como la vitamina C, la vitamina E, el betacaroteno y los polifenoles, se obtienen de fuentes como frutas, verduras, nueces y granos enteros.
El papel del estrés oxidativo en el cuerpo
Imaginemos el estrés oxidativo como una balanza delicada dentro de nuestro cuerpo. En un lado de la balanza están los radicales libres (ERO), y en el otro, los antioxidantes, que actúan como contrapesos para mantener el equilibrio. Cuando los radicales libres ganan peso y dominan la balanza, se produce un exceso de estrés oxidativo que puede causar estragos en nuestras células, dañando estructuras críticas. Este desequilibrio es comparable a una maquinaria que, al oxidarse y deteriorarse, comienza a funcionar mal, desencadenando una serie de problemas en el sistema. Entre estos problemas se encuentran enfermedades crónicas y degenerativas, como los trastornos neurodegenerativos, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer [6].
En trastornos como el Alzheimer y el Parkinson, el estrés oxidativo actúa como una tormenta eléctrica que golpea sin descanso a las neuronas, dañando su capacidad para comunicarse, similar a una central eléctrica que sufre apagones constantes. En el ámbito cardiovascular, el estrés oxidativo se asemeja a la corrosión de un puente metálico, donde las arterias se inflaman y forman placas debido a la oxidación de las lipoproteínas LDL, obstruyendo el flujo sanguíneo. En el cáncer, las especies reactivas de oxígeno (ERO) son como un incendio que puede ser destructivo al causar mutaciones, pero también útil, ya que algunas terapias utilizan este «fuego» para destruir células tumorales.
A pesar de sus aspectos negativos, el estrés oxidativo también tiene un lado positivo. En niveles controlados, los radicales libres actúan como mensajeros en la señalización celular, ayudando a regular funciones esenciales como el crecimiento celular, la proliferación y la muerte celular programada (apoptosis). Esta comunicación es vital para mantener la homeostasis y favorecer la regeneración de células dañadas [3].
Además, el estrés oxidativo contribuye a la inflamación controlada, la cual es fundamental para la curación. Tras una lesión, los radicales libres inician el proceso inflamatorio, atrayendo células inmunitarias que ayudan a reparar el tejido dañado. Sin esta inflamación controlada, el proceso de curación sería menos eficiente.
Conclusiones
En nuestro recorrido por el mundo del estrés oxidativo, hemos desvelado una épica batalla entre los radicales libres y los antioxidantes, quienes desempeñan roles tanto de villanos como de héroes en la salud de nuestro cuerpo. Los radicales libres, como pequeños villanos, buscan causar estragos y desencadenar enfermedades, mientras que los antioxidantes, en su papel de héroes valientes, luchan incansablemente para proteger nuestras células y restaurar el equilibrio.
Sin embargo, incluso estos villanos tienen roles cruciales como mensajeros celulares y en la respuesta inmune. Este delicado equilibrio entre héroes y villanos desafía la idea de considerar al estrés oxidativo únicamente como un adversario a eliminar. En realidad, es una parte integral del complejo drama de nuestra salud, que refleja una batalla continua en la que tanto los héroes como los villanos tienen su importancia para mantener el equilibrio. Tras explorar estos aspectos, te invitamos a reflexionar: ¿qué opinas? El estrés oxidativo, ¿es amigo o enemigo?
[1] Matić M, Peić D, Mandić J, et al. The role of oxidative stress in the pathogenesis of neurodegenerative diseases: a review. Biol Chem. 2021;402(9):1105-1119. https://doi.org/10.5607/en.2015.24.4.325
[2] Hajam YA, Rani R, Ganie SY, Sheikh TA, Javaid D, Qadri SS, Pramodh S, Alsulimani A, Alkhanani MF, Harakeh S, Hussain A, Haque S, Reshi MS. Oxidative stress in human pathology and aging: molecular mechanisms and perspectives. Cells. 2022;11(3):552.https://doi.org/10.3390/cells11030552
[3] Pérez-Torres I, Castrejón-Téllez V, Soto ME, Rubio-Ruiz ME, Manzano-Pech L, Guarner-Lans V. Oxidative stress, plant natural antioxidants, and obesity. Int J Mol Sci. 2021;22(4):1786. https://doi.org/10.3390/ijms22041786
[4] López-Sánchez P, Morales-Curiel M, López-Delgado F. Estrés oxidativo y enfermedades crónicas: una revisión. Hosp Med [Internet]. 2022 [citado 2024 Sep 16];23(2):215-227. Disponible en: http://www.scielo.org.pe/pdf/hm/v23n2/1727-558X-hm-23-02-e2158.pdf
[5] Deng L, Du C, Song P, Chen T, Rui S, Armstrong DG, Deng W. The role of oxidative stress and antioxidants in diabetic wound healing. Oxid Med Cell Longev. 2021;2021:8852759. https://doi.org/10.1155/2021/8852759
Egresada de la Licenciatura en Nutrición, Centro Universitario de Ciencias de la Salud, Universidad de Guadalajara
Contacto: miriam.martin8348@alumnos.udg.mx
Colaboradora / Miriam Martin
Mi nombre es Miriam Martin, soy Nutrióloga egresada del CUCS. Me apasionan las ciencias de los alimentos y soy junior research gracias a mi participación en el programa FITeP. He colaborado en la realización de notas periodísticas por parte del programa “Corresponsal Gaceta”. En cuanto a mi formación, he tenido intercambios culturales formativos en la University of Eastern Finland, Kuopio; Frost Valley YMCA, New York; y la Universidad de Chile, en Santiago de Chile. Me gusta mucho la manera de transmitir ciencia de forma interactiva a través de las palabras. En mis tiempos libres, disfruto practicar danza aérea y crear alimentos funcionales.
¿Qué es la inmunonutrición y por qué es importante?
La nutrición abarca distintos ejes y es una ciencia que, si bien nos permite prevenir enfermedades crónico-degenerativas, también contribuye a mejorar nuestra calidad de vida, basándose principalmente en nuestras elecciones y hábitos alimentarios. Por otro lado, el sistema inmunológico es el encargado de defender a nuestro cuerpo de organismos extraños. En este sentido, comprendemos por inmunonutrición a la ciencia y disciplina que estudia la relación entre la nutrición y el sistema inmunológico, enfocándose en cómo los nutrientes pueden modular la función inmune.
Esta disciplina investiga cómo una dieta saludable —completa, equilibrada, suficiente, variada y adecuada— puede mejorar la respuesta inmunitaria de nuestro cuerpo, previniendo infecciones, reduciendo la inflamación y favoreciendo la recuperación en distintas condiciones de enfermedad. Se estudian nutrientes como vitaminas, minerales, ácidos grasos esenciales y aminoácidos, los cuales desempeñan un papel crucial en la regulación de la inmunidad, especialmente en contextos de enfermedades crónicas, quirúrgicas o infecciosas (1).
Nutrientes clave para el refuerzo del sistema inmunológico
Los nutrientes que obtenemos a partir de los alimentos que consumimos desempeñan un papel crucial en el mantenimiento y la modulación de la respuesta inmunológica. Podemos mantener y mejorar nuestro sistema inmune al asegurar una ingesta adecuada de estos nutrientes:
Vitaminas y minerales
La vitamina C es conocida por activar células del sistema inmunológico, como los linfocitos (células del sistema inmunológico que ayudan a defender al cuerpo contra infecciones), y actúa como un potente antioxidante, protegiendo a las células inmunológicas del daño oxidativo. Un ejemplo de ello es su capacidad para reducir la duración y la severidad de los resfriados comunes.
La vitamina D también modula la respuesta inmune. Su deficiencia se ha asociado con un mayor riesgo de enfermedades respiratorias y enfermedades autoinmunes. Esta vitamina activa los linfocitos T (células inmunitarias que identifican y destruyen células infectadas por virus o células tumorales), los cuales son esenciales para generar una respuesta inmunitaria frente a los patógenos. Por ejemplo, la vitamina D contribuye a reducir los procesos inflamatorios en el cuerpo humano.
En cuanto a los minerales, el zinc es necesario para la función de enzimas antioxidantes, las cuales protegen a las células inmunitarias del daño oxidativo. Por ejemplo, mejora la función de los neutrófilos (células clave en la defensa contra bacterias). Por su parte, el hierro, involucrado en la formación de hemoglobina y en el transporte de oxígeno, juega un papel fundamental en la proliferación de células inmunológicas; por ejemplo, mejora la actividad de los fagocitos (responsables de la eliminación de agentes patógenos como virus y bacterias) (3).
Ácidos grasos esenciales y su papel en la inmunidad
Especialmente los ácidos grasos omega-3 desempeñan un papel de suma importancia en la respuesta inmune de nuestro cuerpo. Ácidos grasos como el eicosapentaenoico (EPA) y el docosahexaenoico (DHA) poseen propiedades antiinflamatorias que ayudan a modular la actividad de las células inmunológicas, como los macrófagos y los linfocitos T.
Además, se ha demostrado que los ácidos grasos omega-3 pueden reducir la producción de citocinas proinflamatorias (moléculas clave para la comunicación y regulación de la respuesta inmune), favoreciendo un equilibrio entre las respuestas inflamatorias y antiinflamatorias del sistema inmune. Por ejemplo, la presencia de DHA en las membranas celulares de los linfocitos T facilita la respuesta inmunitaria, contribuyendo a una mejor defensa frente a posibles infecciones (2).
Aminoácidos: Bloques de la defensa inmunológica
Los aminoácidos son los componentes básicos de las proteínas y también constituyen una base fundamental del sistema inmunológico. Algunos aminoácidos, como la glutamina, la arginina y los ramificados (BCAA), son esenciales para la proliferación y activación de células inmunológicas, como los linfocitos T y los macrófagos. Por ejemplo, estos aminoácidos participan en la producción de citocinas.
En especial, la glutamina es el principal compuesto que brinda energía a las células inmunológicas, especialmente a los linfocitos y los macrófagos (4).
Recomendaciones prácticas para incorporar inmunonutrición en la vida diaria
1. Consume una dieta variada en frutas y vegetales
Son una gran fuente de vitaminas y minerales, los cuales poseen propiedades antioxidantes que nos ayudarán a mantener en equilibrio nuestro estado de bienestar. Por ejemplo: cítricos, espinacas, zanahorias, frutos rojos, brócoli, col rizada, entre otros.
2. Incluye ácidos grasos omega–3 y aminoácidos en tu dieta
Serán una fuente de propiedades antiinflamatorias y resultarán esenciales para la reparación y función de las células inmunitarias. Por ejemplo: mariscos (salmón, atún), carnes magras (pollo), huevos, legumbres (frijoles, lentejas) y frutos secos (almendras, nueces).
3. Asegura una adecuada hidratación
La hidratación con agua natural es esencial para que el sistema inmune funcione de manera adecuada. La cantidad recomendada depende del sexo, la edad y la actividad física que se realice diariamente; sin embargo, se sugiere beber alrededor de 2.7 litros (9 tazas) para las mujeres y 3.7 litros (13 tazas) para los hombres (5).
4. Utilizar suplementación en caso de que se considere necesario
Actualmente, contamos con el recurso de la suplementación; cabe mencionar que su uso debe basarse en casos totalmente personalizados, de acuerdo con las necesidades específicas de cada paciente. Se recomienda consultar a su médico o nutriólogo/a para determinar su estado actual.
5. Evita el consumo de alimentos ultraprocesados
Si bien en la actualidad contamos con variadas opciones de alimentos ultraprocesados, la mejor alternativa es evitar su consumo, ya que pueden incrementar los niveles de inflamación. Optar por alimentos más frescos y naturales puede contribuir a alcanzar un mejor estado de salud.
6. Controlar el estrés y dormir lo suficiente
El estrés constante y la falta de sueño pueden ser factores que debiliten el sistema inmunológico de nuestro cuerpo. Se recomienda dormir entre 7 y 8 horas por noche y mantener prácticas que nos relajen durante el día, con el fin de promover un estado de bienestar mental.
7. Realiza actividad física regular
Mantener un estilo de vida activo y con hábitos saludables puede ayudarnos a alcanzar un peso adecuado y, con ello, mejorar nuestra respuesta inmune. La recomendación general de actividad física es realizar al menos 150 minutos de ejercicio moderado a la semana, junto con ejercicios de fortalecimiento muscular dos o más días. Algunos ejemplos incluyen caminar, correr, nadar, hacer yoga o practicar deportes, según las preferencias y condiciones físicas de cada persona (6,7).
Conclusiones
El conocimiento acerca de los nutrientes que deberíamos incluir en nuestra dieta representa un beneficio y una herramienta para mejorar nuestra salud, al disminuir significativamente las probabilidades y factores de riesgo de desarrollar enfermedades crónico-degenerativas, mediante el fortalecimiento de nuestro sistema inmunológico.
[1] Calder PC. Immunonutrition: The role of specific nutrients in immune function and inflammation. Eur J Clin Nutr. 2020;74(4):520–30. doi:10.1038/s41430-019-0482-3
[2] Calder PC. Omega-3 fatty acids and inflammation: A critical review of the role of omega-3 fatty acids in regulating immune responses and their potential therapeutic applications. J Lipid Res. 2023;64(7):1042–54. doi:10.1016/j.jlr.2023.100091
[3] Martínez SM, Llorente AS. The role of vitamins and minerals in immune function: A review of their impact on health and disease. Nutrients. 2023;15(3):653. doi:10.3390/nu15030653
[4] Wu G, Bazer FW. Amino acids and immune function. J Anim Sci Biotechnol. 2021;12(1):1–14. doi:10.1186/s40104-021-00575-7
[5] National Academies of Sciences, Engineering, and Medicine. Dietary reference intakes for water, potassium, sodium, chloride, and sulfate. Washington, DC: The National Academies Press; 2004.
[6] World Health Organization. Global recommendations on physical activity for health. Geneva: World Health Organization; 2010.
[7] Liu J, Chen Z. Nutritional strategies to support the immune system: A review of evidence and practical recommendations for daily implementation. Nutrients. 2023;15(5):1153. doi:10.3390/nu15051153
Departamento de Clínicas de la Reproducción Humana, Crecimiento y Desarrollo Infantil, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).
Hospital Civil de Guadalajara “Dr. Juan I. Menchaca”, Guadalajara, Jalisco, México.
Contacto: alejandro.barron9295@academicos.udg.mx
Hospital Civil de Guadalajara “Dr. Juan I. Menchaca”, Guadalajara, Jalisco, México.
Estudiante de la Licenciatura en Médico Cirujano y Partero, CUCS, UdeG.
El Oráculo de Delfos, ubicado en las laderas del monte Parnaso, en Grecia, fue uno de los centros religiosos más importantes del mundo antiguo. Durante siglos, personas provenientes de todas partes del Mediterráneo acudían a consultar a la pitonisa, una sacerdotisa que, en estado de trance, transmitía los mensajes del dios Apolo. Según los relatos históricos, la pitonisa entraba en un estado alterado de conciencia tras inhalar los vapores que emanaban de una grieta en el suelo del templo. Este manuscrito explora la posibilidad de que dichos vapores fueran sustancias tóxicas que inducían estados de trance, ofreciendo así una explicación científica a un fenómeno que, durante mucho tiempo, se consideró de origen divino (1, 2).
Figura 1. La pitonisa y los vapores del oráculo.
El Oráculo de Delfos, las pitonisas y su papel en la antigüedad
El Oráculo de Delfos era considerado el ombligo del mundo (omphalos) y un lugar de conexión entre los dioses y los humanos. Las pitonisas, seleccionadas entre las mujeres de la región, actuaban como intermediarias entre Apolo y los consultantes. Sus mensajes, aunque a menudo ambiguos, influían en decisiones políticas, conflictos bélicos y la fundación de ciudades, consolidando así su relevancia dentro del mundo antiguo (3, 4).
El ritual de la pitonisa
Para recibir las revelaciones divinas, la pitonisa se sentaba sobre un trípode en una cámara subterránea llamada adyton. Relatos antiguos sugieren que, al inhalar los vapores que emanaban de una grieta en el suelo, entraba en un estado de trance. En esa condición, pronunciaba palabras ininteligibles que eran interpretadas por los sacerdotes del templo y transmitidas a los consultantes (4).
Figura 2. Fallas geológicas y vapores del trance.
La ciencia detrás de los vapores tóxicos
Investigaciones modernas sugieren que estos vapores podrían haber sido gases naturales liberados por fracturas geológicas en la zona. El geólogo Jelle Zeilinga de Boer y el arqueólogo John R. Hale propusieron que dichos gases podrían haber incluido etileno, un hidrocarburo con propiedades psicoactivas, capaz de inducir estados de euforia y alucinaciones (3).
La evidencia geológica en el sitio de Delfos ha identificado fallas que podrían haber permitido la liberación de estos gases. La presencia de rocas calizas y travertino en la región sugiere que las aguas subterráneas, al interactuar con estos materiales, podrían haber generado emisiones de compuestos volátiles. Entre ellos, el etileno destaca por su aroma dulce y su capacidad para provocar alteraciones en la conciencia (2, 3).
Sustancias tóxicas y sus efectos
Se han identificado varios gases que podrían haber contribuido a los estados alterados de las pitonisas. Uno de los principales candidatos es el etileno, un gas que, en bajas concentraciones, puede inducir una sensación de bienestar y euforia. Sin embargo, en dosis más elevadas, es capaz de provocar alucinaciones, pérdida de conciencia y estados de trance, lo que explicaría los relatos sobre las visiones de las sacerdotisas y su peculiar discurso (2,3).
Otro gas presente en el entorno es el metano, producto de la descomposición de materia orgánica en el subsuelo. Aunque sus efectos pueden incluir mareos y náuseas, su influencia en los estados de trance es menos específica que la del etileno. Aun así, es posible que haya contribuido al conjunto de síntomas experimentados por las pitonisas.
El dióxido de carbono (CO₂) también ha sido considerado un factor relevante. Este gas, común en zonas de actividad geotérmica, puede generar una sensación de asfixia y mareo en bajas concentraciones. En niveles más altos, puede causar pérdida de conciencia e incluso la muerte. En el contexto del Oráculo de Delfos, su presencia pudo haber intensificado los efectos de otros gases, facilitando la entrada en trance de las sacerdotisas (2).
Contexto histórico y cultural, interpretación de los estados alterados
En la antigüedad, los estados alterados de conciencia se interpretaban como formas de comunicación con lo divino. Las pitonisas eran vistas como instrumentos de los dioses, y sus palabras se consideraban sagradas. El papel de los sacerdotes era crucial, pues actuaban como intermediarios al interpretar las palabras ininteligibles de la pitonisa, dotándolas de un significado profético. Este proceso añadía un nivel de ambigüedad y misterio a los oráculos, lo que aumentaba su influencia y prestigio (2,3).
Conclusiones
El fenómeno de las pitonisas y los oráculos antiguos, especialmente el Oráculo de Delfos, puede comprenderse mejor a través de la lente de la toxicología. La exposición a gases como el etileno, liberados por fracturas geológicas, podría haber inducido estados de trance en las pitonisas, lo cual fue interpretado en su tiempo como una forma de comunicación divina.
[1] De Boer JZ, Hale JR. The geological origins of the Oracle at Delphi, Greece. Geol Soc Am Spec Pap.2000;350:399-412.
[2] Spiller HA, Hale JR, De Boer JZ. The Delphic Oracle: A multidisciplinary defense of the gaseous vent theory. Clin Toxicol. 2002;40(2):189-196.
[3] Fontenrose J. The Delphic Oracle: Its responses and operations. University of California Press; 1978.
[4] Plutarch. Moralia: On the Oracles at Delphi. Harvard University Press; 1936.
Estudiante de la Licenciatura en Nutrición, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).
Estudiante de la Licenciatura en Nutrición, Instituto de Ciencias de la Salud, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
Departamento de Disciplinas Filosóficas, Metodológicas e Instrumentales, CUCS, UdeG.
Contacto: teresita.hflores@academicos.udg.mx
El estrés oxidativo (EO) ocurre cuando el cuerpo presenta un desequilibrio entre radicales libres (RL) y antioxidantes. Los RL son moléculas altamente reactivas debido a que les falta un electrón. El oxígeno puede transformarse en diferentes formas reactivas que generan estos RL. Aunque estas moléculas cumplen funciones importantes, como la señalización celular y la protección inmunológica, cuando su concentración aumenta sin control, pueden dañar células y tejidos. Los RL, por su naturaleza inestable, se forman en nuestro organismo como resultado de procesos naturales y de factores externos como la contaminación y el estrés [1].
Este daño puede tener varias consecuencias para la salud. En primer lugar, el EO está vinculado a enfermedades crónicas como el cáncer y los problemas del corazón. Los RL pueden dañar el ADN y las células, lo que incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades. También pueden acelerar el envejecimiento, haciendo que la piel y otros órganos se deterioren más rápidamente. Por último, el EO puede intensificar la inflamación en el cuerpo. La inflamación es una respuesta natural del sistema inmunológico; sin embargo, cuando es excesiva, puede dañar tejidos y órganos [1,2]. El EO puede causar daños celulares que se relacionan con enfermedades graves y un envejecimiento prematuro, afectando negativamente nuestra salud general.
Alimentos clave para combatir el estrés oxidativo
Los antioxidantes son sustancias que ayudan a proteger nuestras células del daño causado por los RL. Estos radicales libres pueden deteriorar nuestras células, lo que, a su vez, puede contribuir al desarrollo de enfermedades y al envejecimiento prematuro [1].
Imagina a los RL como pequeños “demonios” que buscan a quién dañar. Los antioxidantes actúan como “guardianes” que neutralizan a estos demonios y evitan que causen daño. Lo logran al donar un electrón a los RL, estabilizándolos y evitando que continúen dañando nuestras células. Podemos obtener antioxidantes de forma natural a través de los alimentos que consumimos. Entre ellos, la vitamina C destaca como un potente antioxidante, mientras que la vitamina E también desempeña un papel importante en la protección celular. Otro antioxidante relevante es el beta-caroteno, el cual el cuerpo convierte en vitamina A. El selenio, además de ser un mineral esencial, posee propiedades antioxidantes significativas. Asimismo, los polifenoles y los flavonoides son compuestos vegetales con notables capacidades antioxidantes que ayudan a combatir el EO en nuestro organismo [1].
Los antioxidantes funcionan de manera similar a un «escudo» para nuestras células. Cuando un radical libre entra en nuestro cuerpo, los antioxidantes lo rodean y lo neutralizan, impidiendo que cause daño. Esto puede reducir el riesgo de enfermedades crónicas, como las enfermedades del corazón, la diabetes y ciertos tipos de cáncer. Además, los antioxidantes ayudan a mantener nuestra piel saludable y a ralentizar el proceso de envejecimiento [1].
Imagina que tienes un jardín. Si dejas que las malas hierbas (los radicales libres) crezcan sin control, pueden ahogar tus plantas y arruinar tu jardín. Los antioxidantes son como un grupo de jardineros que se encargan de eliminar esas malas hierbas. Cuanto más cuides de tu jardín y más jardineros tengas trabajando (alimentos ricos en antioxidantes), más vibrante y saludable será tu espacio verde (tu cuerpo). Al consumir alimentos ricos en antioxidantes, ayudamos a nuestro organismo a combatir los efectos dañinos de los RL. Por ello, se recomienda incorporar este tipo de alimentos en la dieta (Tabla 1).
Tabla 1. Diferentes antioxidantes en los alimentos.
Alimento | Antioxidante principal |
Melón amargo | Catequina, epicatequina, ácido gálico, ácido gentísico y ácido clorogénico. |
Zanahoria | Ácido clorogénico, caféico, ferúlico y cinámico. Alfa y beta-carotenos. |
Cebolla | Quercetina, kaempferol, miricetina y catequina. |
Betabel | Betalaína, betacianina, betanidina, isobetanidina, isobetanina, amarantina. |
Espinaca | Flavonoides |
Mora | Cianidinas, ácido gálico, cafeico, ferúlico. |
Grosella negra | Fenoles y proantocianinas |
Frambuesa | Taninos hidrosolubles y antocianinas |
Uva | Catequinas, quercetinas, antocianinas. Ácido gálico y resveratrol. |
Manzana | Ácido hidroxicinámicos, antocianinas, flavonoles. |
Toronja | Taninos hidrosolubles y antocianinas. |
Hábitos alimentarios que ayudan a reducir el estrés oxidativo
El EO está estrechamente relacionado con el desarrollo de enfermedades crónicas, debido a la interacción entre los RL producidos por el propio estrés oxidativo y los procesos inflamatorios que se desencadenan en el organismo [1,4]. Diversos estudios han demostrado el impacto positivo de la dieta en el control de los marcadores oxidativos del cuerpo, lo que contribuye a reducir los riesgos asociados y mejora la salud del individuo, proporcionándole un mejor estilo de vida. Es fundamental seguir una dieta equilibrada que no solo limite el consumo de alimentos proinflamatorios y prooxidantes, sino que también incluya alimentos ricos en antioxidantes, los cuales ayudan a mantener el equilibrio del cuerpo y a contrarrestar los efectos del EO. Patrones dietéticos como la dieta mediterránea y la dieta DASH se basan en el consumo de estos alimentos, permitiendo así cumplir con los requerimientos necesarios para obtener los beneficios que estas sustancias aportan [4].
Puedes planificar tus comidas para incluir específicamente alimentos ricos en antioxidantes:
Otros consejos para mantener el estrés oxidativo bajo control
El ejercicio de resistencia, como correr, nadar, pasear en bicicleta, saltar la cuerda, levantar pesas o hacer flexiones, no solo ayuda a reducir el daño causado por el EO en el cuerpo, sino que también incrementa los niveles de sustancias protectoras naturales. Para mejorar la protección del organismo frente al daño oxidativo y fortalecer las defensas antioxidantes, se recomienda incorporar ejercicios de resistencia en la rutina semanal. Con base en un estudio reciente, se sugiere realizar sesiones de entrenamiento de resistencia tres veces a la semana, cada una con una duración aproximada de 70 minutos. Cada sesión debe incluir un calentamiento, seguido de ejercicios de resistencia, y concluir con estiramientos [4]. Es importante adaptar el entrenamiento al nivel de condición física de cada persona y consultar a un profesional si es necesario, para obtener el máximo beneficio de forma segura.
Mientras dormimos, nuestro cuerpo entra en un proceso de reparación celular, restableciendo los niveles de antioxidantes; de esta manera, se reduce la presencia de RL. Cuando no se tiene un descanso adecuado, disminuye la producción de antioxidantes endógenos y, en su lugar, aumenta la actividad prooxidante. Estudios señalan que las personas que duermen menos de seis horas presentan niveles más altos de EO [5].
Conclusiones
El EO puede resultar perjudicial para nuestra salud, provocando daños celulares, contribuyendo al desarrollo de diversas enfermedades y acelerando el envejecimiento prematuro. Para evitarlo, es necesario mantener buenos hábitos en nuestra vida diaria, como llevar una dieta balanceada rica en frutas y verduras, u optar por patrones alimentarios como la dieta mediterránea o la dieta DASH, así como mantener una adecuada hidratación. Estas acciones contribuyen a mejorar la salud cardiovascular, fortalecer el sistema inmunológico, prevenir el envejecimiento prematuro, reducir el riesgo de cáncer, entre otros beneficios.
Además, adoptar una dieta rica en antioxidantes ayuda a neutralizar los radicales libres y a mantener el equilibrio del cuerpo, lo que también impacta positivamente en nuestro bienestar mental y emocional. Por otro lado, realizar ejercicio físico y tener un descanso adecuado son aspectos cruciales para reducir el estrés oxidativo, lo cual resulta benéfico para el organismo.
Estos cambios en la alimentación y el estilo de vida pueden mejorar notablemente nuestra calidad de vida, permitiéndonos disfrutar de una existencia más activa y saludable. Es importante recordar que, antes de realizar cambios significativos en la dieta, el ejercicio o cualquier otro aspecto del bienestar, es fundamental consultar a un profesional de la salud.
[1] Ortiz Escarza JM, Medina López ME. Oxidative stress: a silent killer? Educ Quím. 2020;31(1):1–11. doi:10.22201/fq.18708404e.2020.1.69709
[2] Serra Bisbal JJ, Melero Lloret J, Martínez Lozano G, Fagoaga C. Plant species as food antioxidants. Nereis. 2020;12:1–12. doi:10.46583/nereis_2020.12.577
[3] Pirouzeh R, Heidarzadeh-Esfahani N, Morvaridzadeh M, et al. Effect of DASH diet on oxidative stress parameters: A systematic review and meta-analysis of randomized clinical trials. Diabetes Metab Syndr. 2020;14(6):2131–8. doi:10.1016/j.dsx.2020.10.031
[4] Amiri E, Sheikholeslami-Vatani D. The role of resistance training and creatine supplementation on oxidative stress, antioxidant defense, muscle strength, and quality of life in older adults. Front Public Health. 2023;11:1062832. doi:10.3389/fpubh.2023.1062832
[5] Neculicioiu VS, Colosi IA, Costache C, et al. Sleep Deprivation-Induced Oxidative Stress in Rat Models: A Scoping Systematic Review. Antioxidants (Basel). 2023;12(8):1600. doi:10.3390/antiox12081600
Hospital Civil de Guadalajara “Dr. Juan I. Menchaca”, Guadalajara, Jalisco, México.
Contacto: myreace@yahoo.es
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Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).
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La semilla de comino es un fruto umbelífero (Figura 1). Tiene una forma alargada de medio centímetro y es originaria del Mediterráneo. Contiene cuminaldehído, un compuesto químico que le da su característico olor dulce, así como vitaminas A y E. Además, posee otros componentes como terpenos, flavonoides y minerales, entre los que destacan el magnesio, fósforo y calcio. Se puede encontrar a la venta en los mercados en distintas presentaciones: semilla entera, polvo o aceite esencial de comino.
Gracias al aroma que le confieren el cuminaldehído y los terpenos, el comino se utiliza ampliamente como especia, especialmente en su presentación en polvo, en recetas de cocina de todo el mundo, destacando la gastronomía marroquí, española y, por supuesto, mexicana.
Figura 1. Consumo doméstico de té de comino durante el embarazo.
Beneficios para la salud
Se le reconocen múltiples beneficios para la salud. La ingesta de comino se ha asociado con la reducción de los niveles de colesterol y glucosa en sangre. También se le atribuyen propiedades antimicrobianas, ya que contrarresta el mal aliento y algunas enfermedades dentales. Por su contenido de vitaminas, se considera un antioxidante; y gracias a su aporte de fósforo y magnesio, es reconocido por fortalecer los huesos.
Té de comino: preparación y creencias
Los beneficios del comino se aprovechan principalmente al utilizarlo como condimento en los platillos; no obstante, existe la creencia de que su consumo en forma de té potencia sus efectos positivos. El té de comino se prepara con dos cucharadas de comino en polvo disueltas en 400 ml de agua, acompañado de jugo de medio limón y sal (opcional) (1).
No existe en la literatura una cantidad establecida de comino que deba ingerirse al día para obtener sus beneficios, especialmente en forma de té, ni hasta qué punto su consumo puede resultar dañino. Es importante tener en cuenta que todas las sustancias en exceso pueden ser tóxicas. Se ha reportado que consumir más de 6 gramos al día puede provocar efectos adversos como malestar estomacal, irritación intestinal o manifestaciones alérgicas al comino. Por lo tanto, la recomendación principal es ingerir comino como condimento en los alimentos, en pequeñas cantidades por toma.
Riesgos durante el embarazo
Hay que tener especial atención en el consumo de este producto, especialmente en forma de té, durante el embarazo, ya que actualmente hay pocos datos disponibles sobre el uso de suplementos herbales en mujeres embarazadas. Se sabe que el cuminaldehído presente en el comino estimula el flujo sanguíneo en la zona pélvica y favorece las contracciones uterinas; por esta razón, en algunas culturas se ha utilizado para inducir el trabajo de parto (2-3).
Sin embargo, utilizar concentraciones altas de comino o ingerir grandes cantidades de té durante el embarazo temprano puede provocar desde abortos hasta partos antes del término. Además, a diferencia de medicamentos como la oxitocina —utilizada por ginecoobstetras para inducir el trabajo de parto y cuyo efecto puede regularse ajustando la dosis, y por consiguiente, las contracciones—, el té de comino no ofrece esa precisión en el control de estas contracciones (3).
Como no existe un control sobre las contracciones —ni en su frecuencia ni en su intensidad— cuando se ingiere té de comino, los dolores de parto suelen ser más intensos. Sin descartar que, al provocar estas contracciones de difícil manejo para el especialista, la mayor complicación es que, debido a la fuerza de la contracción, la placenta se separe de la matriz, lo que puede causar sufrimiento fetal o incluso la muerte del bebé si no se acude de forma temprana al hospital después de consumir el té de comino.
Recomendaciones
Conclusiones
Aunque no se habla propiamente de una intoxicación por comino, el consumo de tés preparados con grandes cantidades del producto, o su ingesta durante el embarazo, puede provocar contracciones uterinas de difícil control para los especialistas, generar dolor innecesario a la futura madre durante el trabajo de parto e incrementar el riesgo para el bebé.
[1] Luna E. El té de comino y sus beneficios. Tribuna de la habana 2020 (en línea), Consultado 10/febrero/2025, disponible en:
[2] Illoma SM, Amaeze OU, Krepkova LV, Birnbaum VV, Sherwin CMT, Enioutina EY. Use of herbal medicine by pregnant women: what physicians need. Front Pharmacol, 2020;10:1-16
[3] Dosoky NS, Setzer WN. Maternal reproductive toxicity of some essential oils and their constituents. Int J Mol Sci. 2021;22(5):1-31
Estudiante de la Licenciatura en Nutrición, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).
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Departamento de Disciplinas Filosóficas, Metodológicas e Instrumentales, CUCS, UdeG.
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La lactancia materna se ha vuelto un tema del que se habla cada vez más en los últimos años, debido a los múltiples beneficios que se le han atribuido. La lactancia materna es fundamental para la salud, la nutrición y el desarrollo neurológico, físico y emocional de las niñas y los niños; además, tiene un menor impacto ambiental y múltiples beneficios para la madre [1]. Las buenas prácticas y el acompañamiento durante el periodo de lactancia son importantes para llevarla a cabo de forma segura y favorecer un correcto desarrollo del bebé.
¿Qué es la lactancia materna y cuáles son sus beneficios?
La lactancia materna es la forma en que la madre alimenta a su bebé. La leche materna es un líquido vivo que otorga diversos beneficios, por lo que se considera el alimento natural que debe consumir el bebé durante los primeros seis meses de vida, evitando el uso de fórmulas infantiles.
La lactancia materna ofrece beneficios tanto para el lactante como para la madre. En el caso del bebé, disminuye el riesgo de enfermedades tanto de corta como de larga duración, favorece un desarrollo óptimo, reduce la aparición de alergias y mejora la inteligencia cognitiva y emocional. Entre los beneficios para la madre, ayuda a disminuir la tristeza leve que puede presentarse después del parto debido a cambios hormonales o psicológicos (como la depresión posparto), favorece una recuperación temprana tras el parto, contribuye a recuperar el peso, reduce la probabilidad de desarrollar cáncer de mama y de ovario, y disminuye el riesgo de padecer enfermedades como la diabetes mellitus tipo 2 y enfermedades cardiovasculares [2].
¿Cómo es el agarre ideal para el bebé?
Para alimentar al bebé, es importante lograr un agarre adecuado, en el cual el bebé tome el pecho de la madre con su boca. Los bebés nacen con tres reflejos fundamentales: el reflejo de búsqueda, en el que giran la cabeza y abren la boca; el reflejo de succión, mediante el cual toman el pecho de la madre y succionan la leche hacia el interior de la boca; y, finalmente, el reflejo de deglución, que se activa cuando el bebé detecta que su boca está llena de leche y deja de succionar.
Es importante que el bebé realice estos reflejos al momento de alimentarse. Por ello, se recomienda identificar que el agarre sea adecuado: observar que la boca del bebé esté lo suficientemente abierta para que el pezón de la madre entre con facilidad; que la lengua del bebé esté posicionada por debajo de la mama; que sus labios estén en posición neutra y ligeramente hacia afuera del pezón; y que sus mejillas no estén hundidas, sino que presenten una apariencia redondeada [3].
¿Cuáles son las posturas para amamantar?
Existen diversas posiciones para amamantar; la posición adecuada dependerá de la comodidad de la madre y del agarre correcto del bebé, quien debe estar de frente y pegado al cuerpo de la madre.
Posición invertida (balón de fútbol americano): se recomienda cuando la madre ha tenido una cesárea, tiene pechos grandes o pezones invertidos, y también es adecuada si al bebé le gusta estar en una posición vertical. El bebé debe sostenerse de lado, recostado y con la cabeza a la altura del pezón de la madre, mientras esta sostiene la base de su cabeza con la palma de la mano (Figura 1).
Figura 1. Posición invertida. El bebé se mantiene ligeramente sentado, recargado en brazo y a la altura del pecho.
Figura 2. Posición de cuna. Situar al bebé panza con panza de la madre, sosteniendo con el antebrazo.
¿Cómo extraer leche manualmente?
Adquirir la habilidad de extraer leche de forma manual es muy útil para las madres, ya que les permite resolver problemas comunes durante la lactancia materna, como la obstrucción o la congestión mamaria.
En primer lugar, se recomienda que la madre lave sus manos con agua y jabón. Después, debe masajear la mama suavemente con el puño en movimientos circulares, o bien masajear el pezón. Estos movimientos ayudan a que el cuerpo libere hormonas como la oxitocina y la prolactina, que favorecen la salida de la leche. Posteriormente, se debe tomar la mama con la mano en forma de “C”, palpar con suavidad aproximadamente 2.5 cm detrás del pezón y comprimir de forma consecutiva y rítmica, sosteniendo un recipiente por debajo de la mama para recolectar la leche. También se recomienda escuchar música relajante o tener cerca una prenda o una fotografía del bebé, ya que esto ayuda a liberar oxitocina y, como resultado, facilita la salida de la leche [2].
¿Cómo sé que estoy amamantando correctamente?
Durante la lactancia materna, las madres pueden tener dudas y enfrentar dificultades para identificar si el bebé se está alimentando de manera adecuada. Existen varias señales que ayudan a reconocer un amamantamiento correcto, así como recomendaciones que permiten prevenir complicaciones tanto para la madre como para el bebé, haciendo que la lactancia sea un proceso más sencillo.
Se recomienda que la madre, junto con el bebé, se encuentre en una postura relajada, evitando tensar los hombros y manteniendo una ligera inclinación hacia el bebé, en una posición cómoda. Es importante mantener contacto visual entre la madre y el bebé en todo momento. El cuerpo del bebé no debe estar alejado, sino de frente a su madre; su barbilla debe tocar el pecho, y su nariz debe estar alineada frente al pezón. También es señal de un buen agarre escuchar ruidos de succión, y que el bebé suelte el pecho de forma natural al finalizar la toma [5].
Papel del padre en la lactancia materna
Muy pocos estudios recientes han examinado el papel de los padres en el acompañamiento durante la lactancia, en parte debido a que aún persisten temas culturales y fuertes resistencias en torno a la igualdad de género, lo que contribuye a una escasa participación paterna. Por otro lado, también se señala que esta falta de involucramiento se debe a las condiciones laborales. En México, existe la licencia de paternidad contemplada como un derecho en el artículo 132 de la Ley Federal del Trabajo, la cual otorga al padre cinco días posteriores al parto. Sin embargo, ¿cuántos padres conocen realmente este derecho?
Es importante la participación responsable del padre, ya que esto trae beneficios en el desarrollo del bebé, en su nutrición, crianza y sustento económico, contribuyendo a un mejor nivel de vida en el hogar. Involucrar a los padres desde la etapa del parto y el posparto fortalece el vínculo entre él y el bebé, y, sin duda, representa un apoyo importante para la madre. Es fundamental reforzar el acompañamiento del padre hacia la madre y el bebé, con el fin de disminuir la carga que implica la práctica de la lactancia para la mujer, promoviendo así el aprendizaje en pareja para el beneficio de todos [1].
Conclusiones
La lactancia materna es un acto fundamental para el desarrollo saludable de los bebés y el bienestar de las madres. Además de favorecer la creación de un vínculo afectivo entre madre e hijo, ofrece múltiples beneficios para ambos, así como la posibilidad de brindar cariño y compañía.
Es esencial que las madres estén mejor informadas y tomen en cuenta las recomendaciones necesarias para asegurar una alimentación adecuada para el bebé. Promover la lactancia materna puede reducir el riesgo de ciertas enfermedades a largo plazo, ya que proporciona nutrientes esenciales y contiene factores inmunológicos —encargados de proteger al organismo de infecciones y enfermedades— que son especialmente importantes durante los primeros meses de vida para un crecimiento adecuado.
Es importante acudir con un profesional de la salud que oriente sobre cómo llevar a cabo una lactancia correcta. Además, debe reconocerse que la decisión de amamantar es fundamental y debe respetarse como una elección personal de la madre.
[1] García-Bautista M. Participación paterna y prácticas de lactancia materna exclusiva. Rev. Dilemas contemp. educ. política valores. 2021; 1-16.
[2] Marshall. Habilidades de apoyo a la lactancia. Marshall. Lactancia. Elsevier; 2018. 44-58.
[3] Morales S, Colmenares M, Cruz-Licea V, Iñarritu M, Maya N, Vega A et al . Recordemos lo importante que es la lactancia en México. Rev. Fac. Med. (Méx). 2022;65(2):9-25.
[4] Valls, D. Embarazo y lactancia. Almodóvar, I. Manual para preparar pruebas ECOE de enfermería. Segunda edición. Elsevier; 2023. 89-100.
[5] González-Castell L, Unar-Munfuía M, Bonvecchio-Arenas M, Ramírez-Silva I, Lozada-Tequeanes A. Prácticas de lactancia materna y alimentación complementaria en menores de dos años de edad en México. Salud Pública Mex. 2023;2023;65(supl 1):S204-S210. https://doi.org/10.21149/14805
Estudiante de la Licenciatura en Nutrición, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).
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¿Qué tienen que ver las bacterias con el sueño?
Son diversos los factores que contribuyen a mantener una adecuada calidad y cantidad de bacterias benéficas en el organismo. Estas bacterias están presentes en casi todo el cuerpo y ayudan al organismo humano a realizar diversas funciones. Por ello, si sufren cambios o se ven atacadas, la persona que las porta también se verá afectada. Por otra parte, el insomnio se define como la dificultad persistente para iniciar o mantener el sueño (1).
Microbiota intestinal e insomnio: una relación bidireccional
La relación entre las bacterias que habitan en nuestro interior y el insomnio es estrecha. Es posible que el insomnio sea causado por un descontrol en las bacterias, así como que el propio insomnio sea responsable de alterar la microbiota intestinal. Existe evidencia considerable que muestra que las bacterias intestinales no solo afectan las funciones digestivas, metabólicas e inmunitarias del huésped, sino que también regulan el sueño y los estados mentales de la persona que las porta (2). Por ejemplo, cuando una persona se desvela con frecuencia, su carácter y actitud pueden tornarse agresivos, mostrando irritabilidad o mal humor. Esto genera una hormona llamada cortisol —la hormona del estrés—, la cual inflama al cuerpo. Dicha inflamación altera las bacterias que habitan en el organismo, y esta alteración, a su vez, puede producir aún más insomnio.
El ciclo circadiano y su impacto en el cuerpo humano
Por último, el ciclo circadiano se define como el proceso cíclico que permite, principalmente en los seres humanos, regular las distintas funciones del cuerpo dependiendo de la hora del día. Esto ocurre mediante la creación o liberación de hormonas y otras sustancias que modifican nuestro estado de alerta, ánimo, sueño, fuerza física, agilidad mental, entre otros.
Considerando lo anterior, recopilamos las principales recomendaciones de salud, tanto para mejorar la calidad y cantidad del sueño como la cantidad y calidad de las bacterias benéficas que habitan en nuestro cuerpo.
Recomendaciones para un mejor sueño y una microbiota saludable
El insomnio podría verse incrementado por la abundancia de bacterias de la familia Oxalobacteraceae (1), las cuales están comúnmente presentes en agua estancada y resultan dañinas para el organismo. Esto quiere decir que dormir la cantidad de horas adecuada favorece la no proliferación de bacterias perjudiciales en el cuerpo. Asimismo, es fundamental lavar y desinfectar los alimentos antes de consumirlos.
La guía clínica del sueño del National Institutes of Health establece las siguientes horas de sueño como óptimas según la edad. Indica que los adultos necesitan entre 7 y 8 horas de sueño cada noche. Los recién nacidos, por otro lado, deberían dormir entre 16 y 18 horas al día, mientras que los niños en edad preescolar requieren entre 11 y 12 horas diarias. Por su parte, los niños y adolescentes en edad escolar necesitan, como mínimo, 10 horas de sueño cada día (4).
La inflamación también puede causar insomnio
Una infección ocurre cuando existe presencia de microorganismos (bacterias, virus, hongos, parásitos, etc.) que no deberían estar en el organismo. El sistema inmunológico responde liberando unas sustancias llamadas interleucinas, cuya función principal es causar inflamación en las células infectadas. Investigaciones recientes demuestran que la activación proinflamatoria puede ser un componente principal que causa el insomnio (1). Por lo tanto, el insomnio causado por inflamación puede reducirse considerablemente si la persona se protege ante posibles infecciones. Esto se logra mediante una correcta higiene del cuerpo, de los alimentos, de los objetos con los que se interactúa y del ambiente circundante. Por ello, es de vital importancia desinfectar alimentos y objetos en general, lavar las manos con regularidad y limitar la convivencia con personas que presenten síntomas de infecciones.
Probióticos y prebióticos: aliados del descanso
Como un órgano real, la microbiota puede replicarse y repararse a sí misma en respuesta a estímulos externos (5), por lo que las bacterias que la componen están en constante cambio. Si bien el equilibrio natural de la microbiota suele recobrarse con el tiempo, es posible favorecer este proceso mediante el consumo de probióticos, que son bacterias benéficas necesarias para el cuerpo humano, y cada una de ellas cumple una o varias funciones en el organismo del huésped. Asimismo, los prebióticos son el alimento que estas bacterias requieren para reproducirse y colonizar la flora intestinal. Por lo tanto, la suplementación con probióticos y prebióticos podría ayudar indirectamente a conciliar el sueño.
Dormir a la misma hora: una rutina que fortalece la salud
Dado que el período del ritmo circadiano en los humanos suele ser de aproximadamente 24 horas (5), la repetición de hábitos diarios de sueño favorece la autorregulación que las células del cuerpo ejercen sobre sí mismas y sus funciones. Es decir, acostarse a la misma hora cada día permite que el ciclo circadiano se mantenga estable. Justamente, esas horas de sueño son el momento ideal para reparar los daños ocasionados durante el día, reducir la inflamación, reparar las células y permitir una adecuada reproducción de las bacterias que habitan en el interior del organismo (4).
La dieta también regula el reloj biológico
Uno de los factores ambientales significativos que afectan el ritmo circadiano es la dieta, específicamente las dietas altas en grasas. Este tipo de alimentación altera los microbios intestinales (5); en otras palabras, las dietas ricas en grasas poco saludables entorpecen las funciones naturales de los microbios benéficos para el ser humano. Una dieta correcta, balanceada, completa e inocua favorece el adecuado funcionamiento de las bacterias que habitan en nuestro interior. Se recomienda que, en personas sanas, la ingesta de grasas no exceda el 35 % de las calorías totales.
Conclusiones
En conclusión, si bien no es suficiente cuidar únicamente de la microbiota intestinal para mejorar la calidad y cantidad del sueño, el complemento de buenos hábitos alimenticios y la suplementación con prebióticos y probióticos resulta beneficioso. El consumo diario de alimentos ricos en fibra (verduras, frutas, cereales integrales, etc.) y fermentados (yogurt, jocoque, tejuino, tepache, kéfir, etc.) contribuye a la reestructuración de las bacterias intestinales, previene posibles infecciones y disminuye la inflamación. Asimismo, mantener una adecuada higiene personal y desinfección de los alimentos, junto con prácticas de higiene del sueño —como dormir sin luces, en una habitación fresca y silenciosa, con ropa cómoda y sin objetos que puedan incomodar— facilita la relajación corporal y mejora la conciliación del sueño.
[1] Li Y, Deng Q, Liu Z. The relationship between gut microbiota and insomnia: a bi-directional two-sample Mendelian randomization research. Frontiers In Cellular And Infection Microbiology [Internet]. 28 de noviembre de 2023;13. Disponible en: https://doi.org/10.3389/fcimb.2023.1296417
[2] Li Y, Hao Y, Fan F, Zhang B. The Role of Microbiome in Insomnia, Circadian Disturbance and Depression. Frontiers In Psychiatry [Internet]. 5 de diciembre de 2018;9. Disponible en: https://doi.org/10.3389/fpsyt.2018.00669
[3] U.S. Department of Health and Human Services [National Heart Lung and Blood Institute]. Su guía para un sueño saludable. National Institutes Of Health [Internet]. 2023; Disponible en: https://www.nhlbi.nih.gov/files/docs/public/sleep/In_Brief_YG_to_Sleep_Spanish_Final.pdf
[4] Mashaqi S, Gozal D. “Circadian misalignment and the gut microbiome. A bidirectional relationship triggering inflammation and metabolic disorders”- a literature review. Sleep Medicine [Internet]. agosto de 2020;72:ELSEVIER. Disponible en: https://www.clinicalkey.es/#!/content/playContent/1-s2.0-S1389945720301398returnurl=https:%2F%2Flinkinghub.elsevier.com%2Fretrieve%2Fpii%2FS1389945720301398%3Fshowall%3Dtrue&referrer=https:%2F%2Fpubmed.ncbi.nlm.nih.gov%2F
[5] Neroni B, Evangelisti M, Radocchia G, Di Nardo G, Pantanella F, Pia Villa M, et al. Relationship between sleep disorders and gut dysbiosis: what affects what? Sleep Medicine [Internet]. 31 de octubre de 2021;87:ELSEVIER. Disponible en: https://www.clinicalkey.es/#!/content/playContent/1-s2.0-S1389945721004354?returnurl=https:%2F%2Flinkinghub.elsevier.com%2Fretrieve%2Fpii%2FS1389945721004354%3Fshowall%3Dtrue&referrer=https:%2F%2Fpubmed.ncbi.nlm.nih.gov%2F
Departamento de Clínicas de la Reproducción Humana, Crecimiento y Desarrollo Infantil, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).
Hospital Civil de Guadalajara “Dr. Juan I. Menchaca”.
Contacto: alejandro.barron9295@academicos.udg.mx
Hospital Civil de Guadalajara “Dr. Juan I. Menchaca”.
Estudiante de Preinternado de la Licenciatura en Médico Cirujano y Partero, CUCS, UdeG.
Los juicios de brujas de Salem, ocurridos en 1692 en la colonia de Massachusetts, representan uno de los episodios más enigmáticos y oscuros de la historia de Estados Unidos. Durante este periodo, más de 200 personas fueron acusadas de brujería y 20 de ellas ejecutadas. Los síntomas reportados tanto en las «brujas» como en sus presuntas víctimas incluyeron convulsiones, alucinaciones y comportamientos erráticos. Este documento explora la posibilidad de que dichos signos tuvieran un origen toxicológico, ofreciendo una explicación científica a un fenómeno que, durante siglos, se atribuyó exclusivamente a la brujería (1).
Los juicios de Salem: contexto histórico
Los juicios de Salem se desarrollaron en un contexto histórico marcado por la histeria colectiva y el miedo a lo desconocido. Todo comenzó en enero de 1692, cuando dos niñas, Abigail Williams y Betty Parris, comenzaron a experimentar síntomas inexplicables, como convulsiones, gritos y comportamientos extraños. Estos episodios se propagaron rápidamente a otras niñas y mujeres de la comunidad, quienes también empezaron a manifestar signos similares. Este fenómeno desató una ola de acusaciones de brujería, alimentando la histeria colectiva que caracterizó este período.
Entre junio y septiembre de 1692, los juicios alcanzaron su punto más crítico, resultando en numerosas ejecuciones. Durante este periodo, 19 personas fueron ahorcadas y una más murió aplastada con piedras. Los juicios se basaron, en gran medida, en testimonios subjetivos, confesiones obtenidas bajo coacción y «pruebas» tan cuestionables como visiones o la supuesta presencia de toques malignos. Este clima de paranoia y falta de rigor judicial refleja la intensidad del miedo y la superstición que dominaban la época (1,2).
La ciencia detrás de los síntomas
Existen varias teorías, entre las cuales destaca la del cornezuelo del centeno, también conocido como ergotismo. El cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea) es un hongo que infecta el grano del centeno y produce alcaloides tóxicos, como la ergotamina (Figura 1). Estos compuestos tienen efectos toxicológicos significativos, entre ellos convulsiones, provocadas por los espasmos musculares que inducen los alcaloides. Además, la ergotamina posee propiedades alucinógenas similares a las del LSD, lo que explicaría las alucinaciones asociadas al ergotismo. En casos graves, la vasoconstricción severa derivada de la intoxicación puede provocar gangrena y dolor extremo. Esta teoría se relaciona con los eventos de Salem, ya que el clima húmedo y frío de Nueva Inglaterra durante 1691-1692 favoreció el crecimiento del hongo en los cultivos de centeno. Los síntomas descritos en las «brujas» de Salem coinciden notablemente con los efectos del ergotismo (2,3).
Figura 1. Hongo del cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea) infectando una espiga de centeno, mostrando su característico crecimiento oscuro en los granos, fuente de alcaloides tóxicos asociados al ergotismo.
Otra posible explicación para los síntomas observados en Salem son las intoxicaciones por plantas solanáceas, como la belladona (Atropa belladonna), el estramonio (Datura stramonium) y la mandrágora (Mandragora officinarum). Estas plantas contienen sustancias como la atropina y la escopolamina, que pueden causar alucinaciones, delirio, taquicardia y comportamientos erráticos. Es posible que algunas de las acusadas en Salem hayan consumido o utilizado estas plantas en brebajes o medicinas caseras, lo que habría provocado síntomas similares a los atribuidos a la brujería (1).
Por último, la exposición a metales pesados, como el plomo y el mercurio, también pudo haber desempeñado un papel en los eventos de Salem. Estos metales estaban presentes en utensilios de cocina, tuberías de plomo y en la contaminación ambiental de la época. Sus efectos incluyen dolor abdominal, convulsiones y alteraciones neurológicas. La exposición crónica al plomo pudo haber contribuido al deterioro de la salud mental de la población, lo que podría explicar algunos de los comportamientos y síntomas observados durante los juicios de Salem (4,5).
Factores sociales y culturales
Los factores sociales y culturales desempeñaron un papel crucial en los eventos de Salem. La mentalidad puritana dominaba la sociedad de la época, caracterizada por una profunda religiosidad y una fuerte tendencia a la superstición. Cualquier comportamiento que se desviara de lo considerado como normal era interpretado como una manifestación del diablo o de la brujería, lo que alimentaba el miedo y la desconfianza entre los habitantes (Figura 2).
Figura 2. Representación conceptual de un aquelarre en lo profundo del bosque, donde un grupo de brujas elabora pociones y realiza hechizos bajo un ambiente místico y sobrenatural.
Además, las tensiones sociales y políticas contribuyeron a crear un ambiente de paranoia. Disputas familiares, conflictos económicos y el temor constante a los ataques de los nativos americanos generaban un clima de inseguridad y desconfianza. En este contexto, las acusaciones de brujería recaían con frecuencia sobre personas marginadas o en conflicto con la comunidad, lo que permitía a los acusadores resolver rencillas personales o consolidar su posición social bajo el pretexto de la justicia divina (3-5).
Conclusiones
Los juicios de brujas de Salem, tradicionalmente atribuidos a la histeria colectiva y la superstición, podrían tener una explicación basada en la toxicología. La intoxicación por cornezuelo del centeno, plantas solanáceas o metales pesados pudo haber desencadenado los síntomas que llevaron a las acusaciones de brujería.
[1] Alzogaray R. El elixir de la muerte: Y otras historias con venenos (Ciencia que ladra). 1ª ed. Siglo XXI de España Editores, S.A.; 2007. ISBN: 978-987-1220-91-5.
[2] Caporael LR. Ergotism: The Satan loosed in Salem? Science. 1976;192(4234):21-26.
[3] Matossian MK. Poisons of the Past: Molds, Epidemics, and History. Yale University Press; 1989.
[4] Carlson LM. A Fever in Salem: A New Interpretation of the New England Witch Trials. Ivan R. Dee; 1999.
[5] Norton MB. In the Devil’s Snare: The Salem Witchcraft Crisis of 1692. Vintage Books; 2003.
Doctora en Psicología, Universidad de Guadalajara (UdeG).
Doctora en Salud Pública, UdeG.
Contacto: cecilia.colunga@academicos.udg.mx
Médico, Cirujano y Partero, Programa Nacional de Servicio Social en Investigación en Salud.
Desde una perspectiva general, el autocuidado de la salud se define como el conjunto de acciones que una persona realiza durante un determinado período para promover su salud, seguridad y bienestar en distintos espacios [1]. La práctica del autocuidado de la salud involucra elementos como creencias, afectos y actitudes que el individuo orienta hacia su propio bienestar. Este autocuidado puede desarrollarse en diversos ámbitos de la vida, siendo el contexto laboral uno de los más relevantes, ya que es donde transcurre gran parte de la vida adulta.
El autocuidado de la salud en el trabajo es una práctica fundamental que promueve una visión más integral del entorno laboral, considerando el espacio de trabajo como un factor clave en la generación de condiciones que protejan y favorezcan el bienestar del trabajador [1,2]. Instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) han desarrollado estrategias para promover la salud en el ámbito laboral. Una de estas iniciativas es el autocuidado, concebido como una herramienta para fomentar la participación activa de los trabajadores en la seguridad y salud en el trabajo [1].
Importancia del autocuidado de la salud en el trabajo
Los entornos laborales reúnen diversas condiciones de trabajo a las que los trabajadores están expuestos durante su jornada. Estas condiciones pueden ser de distinta naturaleza, como físicas (por ejemplo, ruidos elevados), químicas (exposición a gases), ergonómicas (levantamiento de cargas) o psicosociales (tipo de liderazgo en la organización), entre otras. En algunos casos, la combinación de estos factores puede convertir el espacio de trabajo en un entorno de riesgo para la salud de los trabajadores. Por ello, es fundamental integrar tanto elementos organizacionales como individuales para fomentar el cuidado de la salud en el ámbito laboral.
En este contexto, el autocuidado de la salud en el trabajo se presenta como un elemento clave para la prevención de riesgos laborales, ya que implica el desarrollo de actitudes que fomentan comportamientos seguros entre los trabajadores. Además, la práctica del autocuidado no solo beneficia a quien la ejerce, sino que también puede incentivar el cuidado entre compañeros y promover la implementación de acciones organizacionales dirigidas a la creación de entornos laborales más saludables [1].
Un bajo nivel de autocuidado de la salud en el ámbito laboral puede aumentar la frecuencia de incidentes y accidentes de trabajo, así como el riesgo de enfermedades, incapacidades y ausentismo. Estas condiciones no solo afectan la salud de los trabajadores, sino que también impactan el rendimiento laboral y elevan los costos de atención en salud a nivel organizacional y del sistema en su conjunto [2].
Asimismo, la práctica del autocuidado de la salud no solo contribuye a la prevención de daños, sino que también favorece un mayor bienestar. En trabajadores expuestos a altos niveles de estrés, se ha observado que la implementación de prácticas de autocuidado fortalece el compromiso organizacional y promueve un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal, reduciendo así el agotamiento [3].
A pesar de la clara relevancia del autocuidado de la salud en el ámbito laboral, la evidencia científica disponible sobre el tema sigue siendo limitada.
Factores que influyen en el autocuidado de la salud en el trabajo
Uno de los principales factores que influyen en las prácticas de autocuidado de la salud es la estructura organizacional y la manera en que se concibe la salud ocupacional. Estudios como el de Ortiz De Agui señalan que aspectos relacionados con la cultura y el ambiente organizacional tienen un impacto directo en el bienestar de los trabajadores y en su nivel de participación en el cuidado de la salud [4]. Esto es especialmente relevante, ya que una parte esencial del cuidado de la salud en el trabajo depende de que las organizaciones garanticen condiciones laborales seguras.
En cuanto a los trabajadores, un factor determinante en la adopción de acciones de autocuidado de la salud es la percepción que tienen sobre los riesgos asociados a su entorno laboral. Es decir, solo cuando un trabajador identifica una condición como peligrosa, como el ruido elevado, estará más dispuesto a implementar medidas para proteger su salud [1,2].
Además, otro factor subjetivo que influye en las prácticas de autocuidado en el trabajo es la percepción que el trabajador tiene sobre su actividad laboral y la prioridad que otorga a sus tareas. Una investigación realizada con docentes reveló que estos tienden a anteponer su desempeño profesional al cuidado de su salud en el trabajo, ya que consideran que dedicar tiempo a prácticas de autocuidado podría afectar el cumplimiento de sus metas educativas [5].
Estrategias para promover el autocuidado de la salud en el trabajo
La promoción del autocuidado de la salud en el entorno laboral debe comenzar en las propias organizaciones, las cuales tienen la responsabilidad de garantizar condiciones de trabajo seguras y orientadas al bienestar de los empleados. No obstante, es fundamental involucrar a todos los actores que participan en la actividad laboral, incluyendo trabajadores, empleadores, proveedores, usuarios y consumidores. En otras palabras, la sociedad en su conjunto juega un papel clave en la promoción del cuidado de la salud. Además, es posible fomentar el autocuidado en el ámbito laboral mediante estrategias de comunicación asertiva y mercadotecnia social, entre otras iniciativas.
Algunos ejemplos de estrategias de autocuidado de la salud en el trabajo son:
Conclusiones
El autocuidado de la salud en el trabajo es un concepto clave para la protección integral de la salud de los trabajadores en el entorno laboral, ya que les otorga un papel más activo en su propio bienestar. Si bien la responsabilidad principal de garantizar condiciones laborales saludables recae en las organizaciones, es fundamental complementarla con una sensibilización continua que fomente la adopción de prácticas efectivas de autocuidado entre los trabajadores.
[1] Berrío N, Vieco GF. El autocuidado: entre la prevención y la promoción de la salud en el trabajo. Rev Cuban Salud Trabajo[Internet]. 2021; 22(Supl): 69-76. Disponible en: https://revsaludtrabajo.sld.cu/index.php/revsyt/article/view/277
[2] Cancio-Bello C, Lorenzo A, Alarcó G. Autocuidado: una aproximación teórica al concepto. Informes Psicol. [Internet]. 2020; 20(2):119-38. Disponible en: https://revistas.upb.edu.co/index.php/informespsicologicos/article/view/200
[3] Slowiak J, DeLongchamp AC. Self-care strategies and job-crafting practices among behavior analysts: Do they predict perceptions of work–life balance, work engagement, and burnout?. Behav Anal Pract [Internet]. 2021; 15(2): 414-432. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1007/s40617-021-00570-y
[4] Ortiz De Agui ML, Villar-Carbajal EI, Llanos MI. Cultura organizacional y bienestar laboral de los trabajadores de la Red de Salud Huamalíes. Gaceta Científica [Internet]. 2021; 7(1): 37–45. Disponible en: https://doi.org/10.46794/gacien.7.1.1064
[5] Reyes AG, Keck, Cs, Gracia MA, Saldivar A. Habilidades socioemocionales en los docentes: educación desde la ética del cuidado de sí. Prax. Saber [Internet]. 2022; 13(34): 93-209. Disponible en: https://doi.org/10.19053/22160159.v13.n34.2022.13667