Estudiante de la Licenciatura en Nutrición, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).
Estudiante de la Licenciatura en Nutrición, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).
Departamento de Disciplinas Filosóficas, Metodológicas e Instrumentales, CUCS, UdeG.
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¿Alguna vez has sentido molestias o hinchazón en el estómago después de una comida? La inflamación intestinal podría ser la causa. Aquí te explico por qué sucede y cómo puedes manejarlo.
La microbiota juega un papel importante en la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), ya que cumple funciones fisiológicas esenciales, como la síntesis de vitaminas, la fermentación de fibras no digeribles y la regulación de la inmunidad protectora. Cualquier modificación en su composición se denomina disbiosis y está relacionada con la inflamación intestinal (1).
La EII es el resultado de alteraciones anormales en la microbiota intestinal, las cuales pueden ser modificadas por la dieta, los probióticos y prebióticos, los antibióticos, las enzimas exógenas y otros factores ambientales.
A lo largo del tiempo, la prevalencia de la EII ha aumentado notablemente, posicionándose como una de las enfermedades gastrointestinales más comunes en países industrializados. Mientras que su incidencia en naciones occidentales ha comenzado a estabilizarse, en regiones como Asia, África y Sudamérica sigue en aumento (2).
¿Qué es la enfermedad inflamatoria intestinal?
La EII es una condición multifactorial que abarca un grupo de trastornos inflamatorios crónicos del tracto gastrointestinal, entre los que se incluyen la colitis ulcerativa (CU) y la enfermedad de Crohn (EC). Estas patologías afectan principalmente el intestino delgado y el colon (1). La EII puede presentarse desde una edad temprana, tanto en hombres como en mujeres. Se caracteriza por dolor abdominal, diarrea, pérdida de peso, inflamación y ulceración (2).
La etiología de la EII aún no se comprende completamente. Sin embargo, investigaciones recientes indican que factores como el entorno, el estrés, la genética y la microbiota intestinal están relacionados e integrados en su patogenia (3). La alimentación es un factor ambiental clave, ya que influye en el desarrollo de la EII. Se ha observado que el consumo de frutas, verduras, pescados y fibra se asocia con un menor riesgo de desarrollar esta enfermedad, mientras que una dieta alta en ácidos grasos poliinsaturados, azúcares refinados y comida rápida puede favorecer su aparición. Además, los aditivos artificiales pueden aumentar la inflamación y dañar la barrera intestinal.
Los hábitos alimenticios dependen del contexto social, la cultura y la disponibilidad de alimentos, entre otros factores. En las personas que padecen esta enfermedad, sus hábitos alimenticios suelen ajustarse en función de la experiencia personal con aquellos alimentos que desencadenan síntomas gastrointestinales (3).
Alimentación antiinflamatoria
La alimentación antiinflamatoria es un enfoque nutricional cuyo objetivo es reducir la inflamación crónica en el cuerpo. Consiste en priorizar el consumo de alimentos ricos en nutrientes con propiedades antiinflamatorias y en limitar aquellos que favorecen la inflamación. A continuación, te presentamos algunos alimentos proinflamatorios:
Carne roja: Es una fuente rica en proteínas, vitamina B12 y hierro, además de contener grasas saturadas. Sin embargo, un consumo excesivo puede aumentar el riesgo de desarrollar EII. Esto se debe a que las bacterias presentes en las carnes rojas producen sustancias como amonio, índoles, fenoles y sulfuros, las cuales pueden afectar la salud intestinal (4).
Ácidos grasos saturados: Se ha encontrado una relación entre la EII y el consumo de ácidos grasos saturados, ya que estos favorecen la producción de sustancias inflamatorias, lo que puede aumentar la permeabilidad intestinal (4).
Omega-6: Un consumo elevado de omega-6, presente en alimentos como aceites vegetales y productos procesados, puede generar un desequilibrio con el omega-3, lo que podría favorecer la aparición de episodios de EII (4).
Azúcar y carbohidratos: Un consumo frecuente de estos alimentos puede provocar un desequilibrio en la microbiota intestinal, facilitando la colonización de Escherichia coli, una bacteria que puede volverse invasiva y establecerse en el intestino. Esto puede aumentar la permeabilidad intestinal, permitiendo el paso de sustancias no deseadas y favoreciendo la inflamación (4).
Existen diferentes dietas de eliminación para mejorar los síntomas. Su objetivo es evitar alimentos que, debido a sus efectos proinflamatorios, alteran la barrera epitelial, generan disbiosis y, por lo tanto, favorecen la inflamación intestinal. Algunas de estas dietas son:
Dieta específica de carbohidratos (DEC): Diseñada especialmente para personas con enfermedad celíaca, permite el consumo de carnes no procesadas, huevos, pescados, frutas, vegetales, grasas, aceites, yogur casero y miel. La premisa de esta dieta es que los carbohidratos complejos tienen una absorción limitada en el intestino, lo que favorece el crecimiento bacteriano y el exceso de mucosidad. Por ello, se recomienda evitar los carbohidratos complejos y sustituirlos por carbohidratos simples, que el cuerpo absorbe con mayor facilidad (4).
Dieta antiinflamatoria: Comparte la misma filosofía que la DEC en cuanto a la restricción de carbohidratos. Se basa en cuatro principios fundamentales: reducir el consumo de carbohidratos refinados o procesados, así como la lactosa; incorporar probióticos y prebióticos en la alimentación; disminuir la ingesta de grasas saturadas y aumentar el consumo de omega-3; y, por último, limitar la cantidad de aditivos en la dieta (4).
Dieta baja en FODMAPS: Hace referencia a una alimentación con bajo contenido de oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos fermentables y polioles, los cuales tienen una absorción deficiente en el intestino delgado. Estos compuestos son altamente osmóticos, lo que significa que atraen agua hacia el intestino y son rápidamente descompuestos por las bacterias, lo que puede agravar los síntomas de la EII. En esta dieta se pueden incluir granos sin gluten, arroz, quinoa, avena, frutas como plátano, melón, arándanos, mandarina, fresa y piña; algunas verduras como pimiento morrón, brócoli, zanahoria, calabaza y tomate; así como productos lácteos sin lactosa. Por otro lado, se recomienda evitar el trigo, la cebada, el centeno, frutas como manzana, mango, pera y sandía; frutos secos; carne empanizada; legumbres como frijoles, lentejas y garbanzos; y verduras como aguacate, espárragos, coliflor y chayote (4,5).
Dieta paleolítica (DP): Se basa en la premisa de que el sistema digestivo humano no ha evolucionado lo suficiente para procesar la dieta moderna, la cual incluye alimentos que no existían durante la evolución de la especie y que podrían estar relacionados con el desarrollo de enfermedades contemporáneas (5). La DP elimina el consumo de alimentos procesados, azúcares refinados, legumbres, lácteos, refrescos y jugos de fruta. En su lugar, fomenta la ingesta de carnes no domesticadas, es decir, de animales alimentados con pasto; pescados que no provienen de criaderos; así como frutas, vegetales y frutos secos.
Conclusiones
La EII es una patología multifactorial influenciada por diversos factores, como la dieta y la microbiota intestinal. Adoptar una alimentación que reduzca el consumo de carnes procesadas, grasas saturadas y azúcares refinados, mientras se prioriza la ingesta de alimentos frescos ricos en nutrientes, frutas y vegetales, puede ayudar a disminuir la inflamación intestinal y mejorar los síntomas de la enfermedad. Las dietas de eliminación, como la baja en FODMAPS y la paleolítica, han demostrado ser eficaces en el control de esta condición.
[1] Sakamoto-Trujillo K, Arias-Gómez JS, Moreno-Gómez F. Relación entre la colonización de la flora bacteriana intestinal y el desarrollo de patologías inflamatorias intestinales. Revisión narrativa de la literatura. Salutem Scientia Spiritus 2022; 8(4):56-63.
[2] Guan Q. A Comprehensive Review and Update on the Pathogenesis of Inflammatory Bowel Disease. J Immunol Res. 2019 Dec 1;2019:7247238. doi: 10.1155/2019/7247238.
[3] Castro-Zárate AL, Cadena-León JF. Curso clínico y evolución en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal en población pediátrica en el Instituto Nacional de Pediatría: una cohorte retrospectiva de 10 años. 2023. Disponible en: https://ru.dgb.unam.mx/bitstream/20.500.14330/TES01000835263/3/0835263.pdf
[4] Escaffi MJ, Navia C, Quera R, Simian D. Nutrition and inflammatory bowel disease: possible mechanisms of diet on the incidence and management. Revista Medica Clinica Las Condes. 2021 jul. 1;32(4):491-501. doi: 10.1016/j.rmclc.2021.01.013
[5] Lewis JD, Abreu MT. Diet as a Trigger or Therapy for Inflammatory Bowel Diseases. Gastroenterology. 2017 Feb;152(2):398-414.e6. doi: 10.1053/j.gastro.2016.10.019.