maternidad – Con Evidencia Plus https://conevidenciaplus.com Ciencia al servicio de la sociedad Wed, 12 Feb 2025 05:49:20 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8 https://conevidenciaplus.com/wp-content/uploads/2025/04/cropped-FaviconAbril-32x32.png maternidad – Con Evidencia Plus https://conevidenciaplus.com 32 32 Estrés oxidativo en el embarazo, ¿un aliado incomprendido? https://conevidenciaplus.com/2025/02/12/estres-oxidativo-en-el-embarazo-un-aliado-incomprendido/ https://conevidenciaplus.com/2025/02/12/estres-oxidativo-en-el-embarazo-un-aliado-incomprendido/#respond Wed, 12 Feb 2025 05:49:20 +0000 https://conevidenciaplus.com/?p=399 Autores

Yessica Dorin Torres Ramos

Departamento de Inmunobioquímica, Instituto Nacional de Perinatología, Isidro Espinosa de los Reyes, Ciudad de México.

Contacto: [email protected]

Josué Damián Arrevillaga Hernández

Estudiante de la Licenciatura en Bioquímica Diagnóstica, Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México.

Silvia Fuentes García

Estudiante de la Licenciatura en Bioquímica Diagnóstica, Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México.


Es común escuchar el término «estrés oxidativo», el cual representa un aumento de moléculas reactivas que, desde un punto de vista químico, están incompletas (moléculas oxidadas). Su reactividad se debe a que buscan captar electrones de otras moléculas cercanas para estabilizarse. Estas especies reactivas pueden originarse a partir de elementos como el oxígeno, el nitrógeno o el azufre. Para contrarrestar el daño que estas moléculas pueden ocasionar, el organismo cuenta con sistemas de protección antioxidante, cuya función es reponer los electrones robados por las especies reactivas. Ejemplos de estos antioxidantes son las vitaminas C y E [1,2]. Cuando se genera un desequilibrio entre la producción de especies reactivas y los sistemas antioxidantes, se puede hablar de la presencia de estrés oxidativo.

A menudo se habla de las consecuencias del estrés oxidativo y del daño que puede provocar a corto y largo plazo. Sin embargo, su comportamiento durante el embarazo resulta particularmente interesante, ya que nos lleva a reflexionar sobre cómo puede generar daño oxidativo en diversas células y, al mismo tiempo, desempeñar un papel clave en la formación de un nuevo ser.

En cuanto a la relación entre el estrés oxidativo y el embarazo, diversas investigaciones han reportado que la cantidad de especies reactivas en mujeres embarazadas es mayor en comparación con mujeres no embarazadas. Esto podría llevar a pensar que el embarazo implica necesariamente un estado de estrés oxidativo. Sin embargo, esto no es del todo cierto, ya que también se observa un aumento en los niveles de antioxidantes, cuyo propósito es mantener el equilibrio. Tanto las especies reactivas como los sistemas antioxidantes se comportan de manera similar a una montaña rusa, aumentando y disminuyendo según las necesidades del organismo [2,3].

El ascenso y descenso de especies reactivas y antioxidantes generan un equilibrio muy sensible, que puede alterarse debido a diversos factores como el estrés constante, el tabaquismo, la contaminación, la malnutrición, la obesidad y la falta de ejercicio. Estas alteraciones pueden desencadenar un desequilibrio, lo que representa una serie de desafíos tanto para las madres como para los bebés. Por ello, surge la necesidad de investigar a fondo el estrés oxidativo, comprender su funcionamiento y desarrollar estrategias para combatirlo, con el objetivo de proteger la salud del binomio madre-bebé [2,4].

El papel de las especies reactivas: implicaciones antes, durante y después del embarazo

La relación entre el estrés oxidativo y el embarazo está presente desde la concepción hasta el nacimiento. Por ello, su seguimiento se realiza semanalmente y, de manera más amplia, por trimestres, con el objetivo de evaluar los cambios que ocurren a medida que el bebé crece. Es importante destacar el papel de las especies reactivas incluso antes de la procreación, ya que están implicadas en la maduración de los óvulos. Una regulación inadecuada de estas especies puede dificultar la unión entre el espermatozoide y el óvulo, afectando así el inicio del embarazo [1].

El aumento de las especies reactivas en una mujer embarazada se debe a diversos cambios fisiológicos, como la mayor demanda de energía a medida que el bebé se desarrolla, lo que conlleva un incremento en la utilización de grasas y en la entrada de oxígeno. Esto plantea una interrogante: ¿quién es el principal responsable de este aumento de especies reactivas durante el embarazo? La respuesta no es sorprendente, ya que la placenta, un órgano temporal encargado de mantener la comunicación entre la madre y el bebé, desempeña un papel clave. A lo largo del embarazo, la placenta experimenta cambios en su comportamiento y funcionamiento, lo que influye en la producción de especies reactivas [2,3].

Las dos caras de las especies reactivas: ventajas y consecuencias a lo largo del embarazo

Durante el primer trimestre del embarazo (correspondiente a los primeros tres meses), el aumento de las especies reactivas no es tan significativo como en los dos trimestres siguientes. Esto se debe a que la demanda de energía y oxígeno por parte de la placenta es baja, lo que le permite autoprotección ante un exceso de especies reactivas y garantiza su correcta implantación. Además, en esta etapa se regulan los mecanismos esenciales para la implantación, la protección y el desarrollo del bebé. También se ha observado que durante el primer trimestre los niveles de antioxidantes son bajos, ya que aún no son requeridos en grandes cantidades [3,4].

Este proceso durante el primer trimestre es fundamental para el éxito del embarazo, ya que se ha reportado que niveles elevados de especies reactivas, junto con una baja presencia de antioxidantes, son unas de las principales causas de pérdida gestacional [5].

A medida que avanza el embarazo y se llega al segundo trimestre (tercer al sexto mes), las demandas de energía y oxígeno aumentan con un único objetivo: asegurar el adecuado desarrollo del bebé. Para satisfacer esta demanda energética, el cuerpo requiere una mayor cantidad de grasas y un incremento en la ingesta de alimentos. Al mismo tiempo, el aumento en la demanda de oxígeno está relacionado con una mayor actividad de las mitocondrias, los orgánulos celulares responsables de la producción de energía, especialmente a nivel placentario. Como consecuencia, se genera un incremento en la producción de especies reactivas. No obstante, el organismo responde a este fenómeno aumentando la producción de sistemas antioxidantes para mantener el equilibrio [2,3].

El aumento de especies reactivas y antioxidantes continuará hasta finales del tercer trimestre (últimos tres meses del embarazo). En esta etapa, los niveles de antioxidantes alcanzan valores similares a los de una mujer no embarazada, preparando al cuerpo y a todos sus sistemas para el parto. Posteriormente, tras el nacimiento, los niveles de antioxidantes vuelven a elevarse con el propósito de contrarrestar el estrés oxidativo generado durante el parto y proteger a la madre. Este aumento también cumple una segunda función: garantizar que el calostro, la primera fase de la leche materna, proporcione la defensa antioxidante necesaria para proteger al bebé mientras su propio sistema antioxidante termina de madurar. Este incremento en los antioxidantes se mantiene durante al menos ocho semanas después del parto, asegurando la transición a las diferentes etapas de la leche materna: leche de transición y leche madura [1,2].

Sin embargo, no todo tiene un desenlace favorable. Cuando se presenta estrés oxidativo durante el segundo trimestre del embarazo, pueden surgir diversas complicaciones y enfermedades que ponen en riesgo la vida tanto de la madre como del bebé. Entre los principales desenlaces adversos se encuentran la diabetes gestacional, la preeclampsia, el retraso en el desarrollo, las malformaciones congénitas y el parto prematuro, entre otros padecimientos [2,4].

Conclusiones

La principal reflexión de este texto es que no debemos satanizar a las especies reactivas, ya que, como hemos visto, desempeñan funciones fundamentales en el organismo. Podríamos compararlas con un grupo de WhatsApp de nuestras células, encargadas de la comunicación y coordinación de múltiples órganos y sistemas. Sin embargo, como ocurre con cualquier exceso, un desbalance puede ser perjudicial. Desde una perspectiva bioquímica, es esencial proporcionar al cuerpo los nutrientes adecuados (antioxidantes) para contrarrestar el daño causado por los agentes oxidantes, evitando así que nuestras células se deterioren, como una manzana expuesta al oxígeno. Mantener una alimentación equilibrada y corregir malos hábitos son acciones clave para lograr un embarazo saludable y sin complicaciones [1,4,5].

Referencias

[1] Hussain T, Murtaza G, Metwally E, Kalhoro DH, Kalhoro MS, Rahu BA, et al. The role of oxidative stress and antioxidant balance in pregnancy. Mediators Inflamm [Internet]. 2021; 2021:1–11. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1155/2021/9962860

[2] Toboła-Wróbel K, Pietryga M, Dydowicz P, Napierała M, Brązert J, Florek E. Association of oxidative stress on pregnancy. Oxid Med Cell Longev [Internet]. 2020; 2020:1–12. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1155/2020/6398520

[3] Chiarello DI, Abad C, Rojas D, Toledo F, Vázquez CM, Mate A, et al. Oxidative stress: Normal pregnancy versus preeclampsia. Biochim Biophys Acta Mol Basis Dis [Internet]. 2020;1866(2):165354. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1016/j.bbadis.2018.12.005

[4] Jovandaric MZ, Babic S, Raus M, Medjo B. The importance of metabolic and environmental factors in the occurrence of oxidative stress during pregnancy. Int J Mol Sci [Internet]. 2023;24(15):11964. Disponible en: http://dx.doi.org/10.3390/ijms2415119645.

[5] Zejnullahu VA, Zejnullahu VA, Kosumi E. The role of oxidative stress in patients with recurrent pregnancy loss: a review. Reprod Health [Internet]. 2021;18(1). Disponible en: http://dx.doi.org/10.1186/s12978-021-01257-x

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¿Conoces a la preeclampsia y cómo puede afectar a tu bebé? https://conevidenciaplus.com/2025/02/12/conoces-a-la-preeclampsia-y-como-puede-afectar-a-tu-bebe/ https://conevidenciaplus.com/2025/02/12/conoces-a-la-preeclampsia-y-como-puede-afectar-a-tu-bebe/#respond Wed, 12 Feb 2025 05:35:20 +0000 https://conevidenciaplus.com/?p=395 Autores

José Santiago Abrahan Hernández

Estudiante de Licenciatura Médico Cirujano y Partero, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).

Juliana Marisol Godínez Rubí

Departamento de Morfología, CUCS, UdeG.

Guillermina Muñoz Ríos

Laboratorio de Histología y Embriología, Departamento de Morfología, CUCS, UdeG.

Contacto: [email protected]


La preeclampsia es un síndrome multisistémico de severidad variable, específico del embarazo. Puede presentarse a partir de las 20 semanas de gestación, durante el nacimiento o hasta dos semanas después del parto. Es más frecuente en mujeres menores de 20 años y mayores de 35 años (1). Afecta entre el 3 % y el 10 % de los embarazos a nivel mundial, lo que equivale a aproximadamente 50,000 muertes maternas anuales, convirtiéndola en la principal causa de mortalidad materna en el mundo. En México, su incidencia es de 47.3 casos por cada 1,000 nacimientos (2).

Las principales características de la preeclampsia incluyen presión arterial elevada, proteinuria (presencia de proteínas en la orina) y otros signos de daño en los riñones u otros órganos (3). Entre sus posibles causas se encuentran la obesidad, la hipertensión arterial crónica, antecedentes de diabetes mellitus, edad avanzada, antecedentes familiares de preeclampsia o haberla presentado en embarazos anteriores, así como ser primigesta (mujer en su primer embarazo), multípara (mujer con varios embarazos previos) o haber tenido infecciones durante la gestación (4). No obstante, la causa exacta de la preeclampsia aún se desconoce.

Esta afección puede afectar tanto a la madre como al feto de diversas maneras. Se asocia con nacimiento prematuro y restricción del crecimiento intrauterino en el bebé, así como con eclampsia y el síndrome de HELLP (Hemolysis, Elevated Liver Enzymes, Low Platelets) en la madre (4). En este artículo, nos enfocaremos en la restricción del crecimiento intrauterino.

¿Cómo ocurre la preeclampsia?

Como se ha mencionado, la causa exacta de la preeclampsia aún no se ha definido. Sin embargo, se han identificado varios procesos que contribuyen a su desarrollo. A continuación, se explican brevemente algunos de ellos:

Disfunción endotelial: El endotelio es una capa de células que recubre el interior de los vasos sanguíneos y tiene la función de regular el flujo sanguíneo, mantener la presión arterial y prevenir la formación innecesaria de coágulos. En la preeclampsia, la placenta funciona de manera deficiente, lo que provoca la liberación de sustancias que dañan el endotelio. Como consecuencia, este pierde su capacidad de regulación, lo que lleva al aumento de la presión arterial, una mayor tendencia a la formación de coágulos y el desencadenamiento de un proceso inflamatorio (4).

Inflamación sistémica: La inflamación es un mecanismo de defensa mediante el cual el sistema inmunológico desencadena una serie de cambios en los vasos sanguíneos y en las células para proteger al organismo de agentes considerados extraños. En la preeclampsia, la placenta libera sustancias como fragmentos celulares y proteínas anormales, lo que genera una respuesta inmunológica que busca defender a la madre. Para ello, la placenta libera citocinas, proteínas que circulan por el cuerpo y desencadenan inflamación.

Esta respuesta inflamatoria afecta múltiples tejidos y órganos, incluido el cerebro, que envía señales al músculo de las arterias pequeñas, provocando un aumento de la presión arterial. Además del daño endotelial, la inflamación compromete órganos como los riñones, el hígado y el cerebro, lo que puede generar disfunción orgánica y, en casos graves, convulsiones. A su vez, este daño e inflamación continúan alimentando el proceso inflamatorio, creando un círculo vicioso (4).

¿Cuáles son las repercusiones de la preeclampsia?

La preeclampsia tiene múltiples repercusiones tanto para la madre como para el feto. A continuación, se mencionan las más relevantes, con énfasis en la restricción del crecimiento intrauterino:

Problemas con la placenta: Durante las primeras etapas del embarazo, las arterias espirales del útero son responsables de suministrar una cantidad adecuada de sangre, oxígeno y nutrientes al feto. Estas arterias experimentan modificaciones estructurales a lo largo de la gestación. Sin embargo, en mujeres con preeclampsia, estos cambios no ocurren de manera adecuada, lo que reduce el suministro de oxígeno y nutrientes al feto (4).

Nacimiento prematuro: Se produce cuando el parto ocurre antes de la semana 37 de gestación. Esto puede provocar diversas complicaciones en el recién nacido, como problemas respiratorios, dificultades en la alimentación, alteraciones auditivas y visuales, retraso en el desarrollo e incluso lesiones cerebrales (5).

Síndrome de HELLP: Es una complicación de la preeclampsia caracterizada por la destrucción de glóbulos rojos, un descenso en los niveles de plaquetas y un aumento de las enzimas hepáticas. Esto incrementa el riesgo de hemorragias, anemia (disminución de glóbulos rojos en sangre) y alteraciones en la función hepática (4).

Eclampsia: Es una complicación grave de la preeclampsia que afecta el sistema nervioso central. Se manifiesta comúnmente con síntomas como convulsiones, coma, dolor de cabeza, alteraciones en la visión y en el estado de conciencia (5).

Restricción del crecimiento intrauterino: Se refiere a un crecimiento y desarrollo fetal por debajo de lo esperado durante el embarazo (5). Aunque la causa exacta de esta afección en el contexto de la preeclampsia aún no se conoce, se ha identificado una estrecha relación con el mal funcionamiento de la placenta. La preeclampsia puede provocar múltiples alteraciones en la placenta, afectando su capacidad para desempeñar adecuadamente sus funciones.

Las principales alteraciones relacionadas con la restricción del crecimiento intrauterino son las siguientes:

Disminución del flujo sanguíneo a la placenta: En la preeclampsia, la remodelación de las arterias espirales no se produce de manera adecuada, lo que provoca una distribución deficiente del flujo sanguíneo y de los nutrientes. Esta alteración afecta el desarrollo de la placenta y compromete el crecimiento fetal debido a la falta de oxígeno, nutrientes y un metabolismo adecuado para su desarrollo (4).

Desprendimiento prematuro de la placenta: La hipertensión característica de la preeclampsia debilita los vasos sanguíneos que conectan la placenta con la pared del útero, lo que puede provocar su ruptura y causar una hemorragia (sangrado excesivo). La acumulación de sangre entre la placenta y el útero genera su separación prematura, interrumpiendo el suministro de oxígeno y nutrientes al feto, lo que afecta su desarrollo (2).

Infartos placentarios: La deficiencia en la remodelación de las arterias espirales provoca isquemia (disminución del flujo sanguíneo) y, posteriormente, hipoxia (falta de oxígeno). Como consecuencia, se produce la muerte del tejido placentario, lo que afecta la nutrición y el metabolismo necesarios para el desarrollo adecuado del feto (5).

¿Cuál es el tratamiento para la preeclampsia?

El único tratamiento definitivo para la preeclampsia es el nacimiento. Sin embargo, su manejo depende de la edad gestacional y la madurez del embarazo (5). Si la gestación ha alcanzado las 34 semanas, se puede considerar adelantar el parto, especialmente en casos de preeclampsia grave. De no ser así, el médico podrá optar por mantener a la paciente bajo estricta vigilancia y control, supervisando lo siguiente:

  • Monitoreo de la presión arterial materna antes y después del parto, junto con ultrasonidos, seguimiento del ritmo cardíaco fetal, evaluación del crecimiento fetal y análisis del líquido amniótico.
  • En casos de preeclampsia grave, se recomienda la hospitalización de la madre para un control médico más estricto (4).

¿Cómo prevenir la preeclampsia?

Para prevenir o reducir el riesgo de desarrollar preeclampsia, se pueden tomar las siguientes medidas:

Administración de ácido acetilsalicílico (AAS) en dosis bajas: En embarazos de alto riesgo, el AAS ayuda a regular la síntesis de vasoconstrictores (sustancias que aumentan la presión arterial) y previene la formación de microcoágulos, los cuales pueden afectar el flujo sanguíneo y la oxigenación de la placenta y el feto (5).

Identificación de síntomas: La hipertensión puede identificarse a través de síntomas como dolor de cabeza (cefalea), percepción de sonidos agudos sin una fuente externa (acúfenos) y palpitaciones aceleradas. Reconocer estos signos a tiempo permite detectar la preeclampsia de manera temprana y brindar la atención médica necesaria.

Modificaciones en el estilo de vida: Mantener una dieta balanceada, realizar actividad física regularmente y controlar el peso corporal son medidas que favorecen la salud cardiovascular y contribuyen a la prevención de la preeclampsia (5).

Monitoreo médico constante: Es fundamental acudir al menos una vez al mes a consulta médica durante todo el embarazo. Esto permite un seguimiento regular de la presión arterial antes y después del parto, facilitando la detección temprana de cualquier indicio de preeclampsia (4).

Estas recomendaciones deben seguirse únicamente bajo la indicación y supervisión de un médico. No deben realizarse por iniciativa propia ni basarse en consejos de personas no capacitadas.

Conclusiones

La preeclampsia es un problema de salud grave y más común de lo que se piensa. Por ello, es fundamental estar informados sobre sus principales características y las medidas para reducir su riesgo durante el embarazo. Además, llevar un control prenatal adecuado y un monitoreo médico constante es esencial para su prevención. La detección temprana de cualquier indicio de preeclampsia disminuye el riesgo de que evolucione a complicaciones que pongan en peligro la vida y la salud de la madre y el feto.

Referencias

[1] Ma’ayeh M, Costantine MM. Prevention of preeclampsia. Seminars In Fetal And Neonatal Medicine [Internet]. 1 de octubre de 2020;25(5):101123. Disponible en: https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1744165X20300482 

 [2] Velumani V, Durán Cárdenas C. Preeclampsia: una mirada a una enfermedad mortal. Scielo México [Internet]. febrero de 2022 [citado 12 de septiembre de 2024]; Disponible en: https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0026-17422021000500007#:~:text=En%20el%20mundo%2C%20cada%203,por%20cada%201%2C000%20nacimientos1

[3] Preeclampsia – Síntomas y causas – Mayo Clinic [Internet]. Mayo Clinic. 2022. Disponible en: https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/preeclampsia/symptoms-causes/syc-20355745

[4] Rana S, Lemoine E, Granger JP, Karumanchi SA. Preeclampsia. Circulation Research [Internet]. 29 de marzo de 2019;124(7):1094-112. Disponible en: https://doi.org/10.1161/circresaha.118.313276

[5] Ives CW, Sinkey R, Rajapreyar I, Tita ATN, Oparil S. Preeclampsia—Pathophysiology and Clinical Presentations. Journal Of The American College Of Cardiology [Internet]. 1 de octubre de 2020;76(14):1690-702. Disponible en: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0735109720362987?via%3Dihub#sec12

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Lactancia materna y saciedad: ¿cómo influyen en la salud de tu hijo? https://conevidenciaplus.com/2025/02/06/lactancia-materna-y-saciedad-como-influyen-en-la-salud-de-tu-hijo/ https://conevidenciaplus.com/2025/02/06/lactancia-materna-y-saciedad-como-influyen-en-la-salud-de-tu-hijo/#respond Thu, 06 Feb 2025 03:49:17 +0000 https://conevidenciaplus.com/?p=388 Autores

Dulce María Esparza Rodríguez

Estudiante de la Licenciatura en Nutrición, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).

Andrea Paulina Martínez Aceves

Estudiante de la Licenciatura en Nutrición, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).

Teresita de Jesús Hernández Flores

Doctora en Genética Humana, Departamento de Disciplinas Filosóficas, Metodológicas e Instrumentales, CUCS, UdeG

Contacto: [email protected]


Composición de la leche materna: un buffet completo

La lactancia materna (LM) es la forma más natural y sencilla de proporcionar al bebé los nutrientes, anticuerpos y beneficios emocionales que necesita. Su composición incluye proteínas, grasas, carbohidratos, minerales y vitaminas como A, C y E, con propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Además, contiene glóbulos blancos que fortalecen el sistema inmunológico. También aporta hormonas como la insulina, la leptina y la grelina, las cuales regulan el hambre, la saciedad y el metabolismo del bebé, contribuyendo a la prevención de enfermedades crónicas como la diabetes, el sobrepeso y la obesidad [1].

Imagina que la leche materna es como un «menú completo» diseñado a la medida del bebé. No solo lo alimenta, sino que también le brinda una protección extra, como si recibiera vitaminas, defensas contra infecciones y nutrientes en un solo plato. Al igual que una sopa caliente que ayuda a combatir un resfriado, la leche materna está llena de anticuerpos que fortalecen el sistema inmunológico del bebé, ayudándolo a prevenir enfermedades comunes como resfriados o infecciones.

Además de ser un menú completo, alimentar a un bebé «a libre demanda» es como tener un buffet siempre disponible. El bebé puede comer cuando tenga hambre, tanto de día como de noche, asegurando así que reciba la cantidad exacta que necesita en cada momento. La OMS y UNICEF recomiendan la lactancia materna exclusiva desde el nacimiento hasta los seis meses. Esto significa que no se deben proporcionar otros alimentos ni líquidos, y que los bebés deben ser alimentados a libre demanda, es decir, siempre que lo soliciten, sin importar la hora del día o la noche [1].

Hambre y saciedad: regulación natural desde el nacimiento

La leche materna es como una «bebida inteligente» que se adapta a las necesidades del bebé, ya que no solo lo alimenta, sino que también le ayuda a regular la cantidad de leche que necesita ingerir. El hambre es la necesidad fisiológica de consumir alimentos para obtener nutrientes, mientras que la saciedad es la sensación de estar lleno después de haber comido lo suficiente.

Podemos imaginar el hambre como una alarma que se activa cuando el cuerpo necesita energía, similar a la luz de advertencia de un coche cuando el tanque está vacío. La saciedad, en cambio, es como cuando el tanque del coche está lleno y la luz de advertencia se apaga. El equilibrio entre estos procesos es regulado por el sistema nervioso central (SNC), en particular por el hipotálamo, que activa o inhibe las hormonas responsables del apetito. Entre ellas, la grelina y la leptina desempeñan un papel clave como «mensajeros» del cuerpo: la grelina actúa como una alarma que indica «tengo hambre», mientras que la leptina envía la señal de «alto», indicando que el bebé ha comido lo suficiente [2].

Cuando el estómago del bebé está vacío, se activa la grelina, enviando señales al cerebro para buscar alimento. Una vez que ha ingerido la cantidad necesaria, la leptina toma el control y le indica al cerebro que debe detenerse, evitando así el consumo excesivo de alimento [3]. Es como si el cuerpo del bebé supiera exactamente cuándo parar. A diferencia de la leche de fórmula, que sigue un patrón fijo, los bebés amamantados pueden autorregular su consumo y detenerse de manera natural cuando están satisfechos, lo que les ayuda a evitar comer en exceso. De este modo, la lactancia materna actúa como un «termómetro de hambre» que enseña al bebé a reconocer cuándo ha recibido suficiente alimento, reduciendo el riesgo de sobrealimentación. En contraste, los bebés alimentados con biberón podrían no identificar con la misma facilidad las señales de saciedad [3,4].

La microbiota intestinal: el refuerzo de defensa del bebé

Otro beneficio de la lactancia materna es que promueve el crecimiento de bacterias benéficas en el intestino del bebé. Estas no solo favorecen la digestión, sino que también desempeñan un papel clave en la prevención de la obesidad, otras enfermedades metabólicas y el adecuado funcionamiento del sistema inmunológico.

Los oligosacáridos presentes en la leche materna actúan como prebióticos, es decir, como el alimento preferido de estas bacterias, permitiéndoles crecer y mantener un equilibrio saludable en el intestino del bebé. Este proceso es fundamental para el desarrollo de un sistema inmunológico robusto y para la regulación del metabolismo energético. Además, la microbiota intestinal influye en la sensibilidad a la insulina y en la manera en que el cuerpo almacena las grasas, lo que sugiere una relación directa entre la lactancia materna y la prevención de la obesidad [5].

Imagina que la microbiota intestinal es como un «ejército» de bacterias benéficas que protegen el intestino del bebé. La leche materna actúa como su «entrenador», proporcionándoles las herramientas necesarias para mantenerse fuertes y eficaces en la lucha contra enfermedades. Del mismo modo en que una vacuna prepara al cuerpo para combatir infecciones, la leche materna contribuye al desarrollo de una microbiota saludable, ofreciendo una protección a largo plazo contra la obesidad y otros trastornos metabólicos.

Desarrollo de patrones alimentarios saludables

Adicionalmente, la lactancia materna favorece el desarrollo de patrones alimentarios saludables, ya que actúa como una «puerta de entrada» a un mundo de sabores. Los bebés amamantados están expuestos a los sabores de la dieta materna, lo que los prepara para aceptar una mayor variedad de alimentos cuando comienzan a consumir sólidos, fomentando así hábitos alimentarios más saludables.

Esto les permite estar más dispuestos a aceptar alimentos nutritivos, como frutas y verduras, a medida que crecen. En contraste, los bebés alimentados con fórmulas lácteas suelen desarrollar una mayor preferencia por alimentos ultraprocesados y azucarados, lo que puede aumentar el riesgo de obesidad. Además, el acto de succionar en el pecho permite que los bebés realicen pausas naturales mientras se alimentan, lo que les ayuda a identificar mejor las señales de saciedad. Por el contrario, aquellos que son alimentados con biberón tienden a succionar de manera más continua, lo que puede llevarlos a comer en exceso y a desarrollar hábitos alimentarios menos saludables [5].

Prevención de la obesidad infantil: evidencia científica

Finalmente, se ha observado que la lactancia materna disminuye el riesgo de obesidad, ya que estudios sugieren que influye en la programación epigenética, modulando genes relacionados con el metabolismo. Esta regulación puede ayudar al bebé a mantener un peso saludable a lo largo de su vida. Podemos imaginar el ADN como un libro de recetas que le indica al cuerpo cómo llevar a cabo sus propios procesos metabólicos. En este sentido, la leche materna actúa como una serie de notas adhesivas que señalan cuáles recetas deben usarse y cuáles no, ayudando así a prevenir el sobrepeso en el futuro.

Por ello, los bebés alimentados con leche materna tienen menos probabilidades de desarrollar obesidad en la vida adulta, ya que esta «entrena» su organismo desde el inicio para mantener un equilibrio metabólico adecuado [4,5].

Figura 1. Influencia de la lactancia materna en la regulación metabólica, inmunológica y digestiva del lactante.

Algunos estudios han comparado el tipo de alimentación durante los primeros años de vida con la probabilidad de desarrollar obesidad en etapas posteriores. Los niños que fueron amamantados, en comparación con aquellos alimentados con fórmulas lácteas (FL), presentan un menor riesgo de obesidad, siendo este efecto más pronunciado en países de ingresos bajos y medianos en comparación con los de altos ingresos. La ausencia de lactancia materna aumenta significativamente el riesgo de obesidad en la infancia [5], como se ilustra en la siguiente Tabla 1.

Tabla 1. Probabilidad de desarrollar obesidad según tipo de alimentación, edad y nivel de ingreso.
Tipo de alimentaciónRiesgo de obesidadPaíses de alto ingresoPaíses de ingreso medio/bajo
Lactancia materna exclusiva prolongadaMenor riesgoMenor efectoMayor efecto
Lactancia materna por menos de 6 mesesAumento moderado del riesgoEfecto leveEfecto moderado
Sin lactancia materna Mayor riesgoMayor riesgoMayor riesgo

Conclusiones

La lactancia materna es un método natural y eficaz para regular el metabolismo y fomentar patrones alimentarios saludables en los bebés, contribuyendo a la prevención de la obesidad infantil. Asimismo, fortalece el sistema inmunológico y participa en la regulación epigenética del metabolismo. Promover la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida puede impactar positivamente la salud infantil a largo plazo, ayudando a prevenir enfermedades crónicas como la obesidad.

Referencias

[1] Modak A, Ronghe V, Gomase KP. The Psychological Benefits of Breastfeeding: Fostering Maternal Well-Being and Child Development. 2023 Oct, 9;15(10). Disponible en: https://www.cureus.com/articles/187248-the-psychological-benefits-of-breastfeeding-fostering-maternal-well-being-and-child-development?score_article=true#

[1] Gómez Gallego C, Pérez Conesa D, Bernal Cava MJ, Periago Castón MJ, Ros Berruezo G. Compuestos funcionales de la leche materna. Enferm Glob [Internet]. 2009 [citado el 12 de septiembre de 2024];(16):0–0. Disponible en: https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1695-61412009000200020

[2] Vásquez-Garibay EM, Larrosa-Haro A, Guzmán-Mercado E, Muñoz-Esparza N, García-Arellano S, Muñoz-Valle F, et al. Serum concentration of appetite‐regulating hormones of mother–infant dyad according to the type of feeding. Food Sci Nutr [Internet]. 2019;7(2):869–74. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1002/fsn3.938

[3] Herrero G, Andrades Ramirez C. Psiconutricion: Aprende a Tener Una Relacion Saludable Com La Comida. Audible Studios on Brilliance; 2021.

[4] Vásquez‐Garibay EM, Larrosa‐Haro A, Guzmán‐Mercado E, Muñoz‐Esparza N, García‐Arellano S, Muñoz‐Valle F, et al. Serum concentration of appetite‐regulating hormones of mother–infant dyad according to the type of feeding. Food Science & Nutrition [Internet]. 28 de enero de 2019;7(2):869-74. Disponible en: https://doi.org/10.1002/fsn3.938

[5] Vásquez E, Larrosa A, Muñoz N, et al. Relación entre el perfil lipídico, los indicadores antropométricos y las hormonas reguladoras del apetito en lactantes según el tipo de alimentación [Internet]. Nutrición Hospitalaria. 2022 [citado 17 de septiembre de 2024]. Disponible en: http://dx.doi.org/10.20960/nh.04477

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Yessica Dorin Torres Ramos  

Departamento de Inmunobioquímica, Instituto Nacional de Perinatología “Isidro Espinosa de los Reyes”, Ciudad de México.

Contacto: [email protected]

Silvia Fuentes García

Departamento de Inmunobioquímica, Instituto Nacional de Perinatología “Isidro Espinosa de los Reyes”, Ciudad de México.

Abel Billar Pedraza

Estudiante de la Licenciatura en Biología, Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, Instituto Politécnico Nacional, Ciudad de México.


La lactancia materna es fundamental para la salud tanto de la madre como del bebé. Además de proporcionar los nutrientes necesarios para un crecimiento saludable del bebé, también fomenta un vínculo emocional profundo entre ambos. Durante la lactancia, el cuerpo de la madre produce una sustancia llamada oxitocina, conocida como la «hormona de la conexión». Esta hormona fortalece el lazo emocional entre la madre y el bebé, promoviendo una sensación de cercanía y bienestar mutuo. Asimismo, la oxitocina contribuye a mejorar el estado de ánimo y a reducir el estrés, beneficiando a ambos.

La leche materna: composición y propiedades únicas

La leche materna es única y, por su riqueza nutricional, a menudo se le llama «oro líquido». Contiene todo lo necesario para el crecimiento, desarrollo y supervivencia del bebé, asegurando su salud [1]. Un aspecto fascinante de la leche materna es su capacidad de adaptación: cambia según la hora del día y se ajusta a las necesidades del bebé conforme este crece. Su composición incluye vitaminas, minerales, proteínas, grasas e hidratos de carbono, elementos esenciales para mantener al bebé sano.

Un componente crucial de la leche materna son los lípidos (grasas), que representan aproximadamente el 4% de su composición, pero aportan la mitad de la energía que el bebé recibe. Durante una toma, la cantidad de grasa varía: al inicio, la leche contiene menos grasa, mientras que al final tiene una mayor concentración. Además, la leche materna contiene una enzima llamada lipasa, que facilita la digestión de las grasas, algo especialmente importante para los recién nacidos, ya que aún no producen suficiente lipasa por sí mismos.

Beneficios de los componentes específicos de la leche materna

Los lípidos de la leche materna son esenciales para diversas funciones en el organismo del bebé, como la formación de membranas celulares, el desarrollo de los órganos y la reducción de la inflamación [2]. Entre estos lípidos destacan el DHA y el ARA, grasas clave para el desarrollo del cerebro y la visión. Por ejemplo, el DHA contribuye al desarrollo de las conexiones neuronales, fundamentales para la memoria, el aprendizaje y la toma de decisiones [1].

Además, la leche materna contiene oligosacáridos, un tipo de azúcar que los bebés no pueden digerir, pero que actúan como alimento para las bacterias benéficas del intestino del bebé, conocidas como microbioma. Estas bacterias son esenciales para mantener el equilibrio del organismo y proteger contra infecciones. Se ha descubierto que la leche materna alberga hasta 820 tipos diferentes de bacterias, provenientes tanto de la madre como del bebé. Estas bacterias son las primeras en colonizar el intestino del recién nacido, influyendo de manera significativa en su salud a corto y largo plazo.

Otro componente importante de la leche materna son las inmunoglobulinas, que fortalecen el sistema inmunológico del bebé y lo protegen contra infecciones. También contiene lactoferrina, una proteína con propiedades antioxidantes que combate bacterias y favorece el desarrollo saludable del intestino del bebé. Además, la leche materna aporta proteínas como caseína, lactoalbúmina, citocinas y factores de crecimiento, esenciales para procesos biológicos fundamentales como la inflamación, el crecimiento y el desarrollo general del bebé [2].

Factores que afectan la composición de la leche materna

La composición de la leche materna puede verse influenciada por factores maternos y ambientales, como la edad, el peso, la dieta, el estado de salud y la variación geográfica [3].

Obesidad en mujeres embarazadas: impacto en la salud materno-infantil

Lamentablemente, en México es común observar que la obesidad afecta a mujeres en edad reproductiva y a embarazadas. Esta condición se caracteriza por una acumulación anormal de tejido adiposo, generalmente resultado de malos hábitos alimenticios con un deficiente aporte de nutrientes y un exceso de calorías, lo que repercute negativamente en la salud.

Las mujeres que inician y continúan su embarazo con sobrepeso u obesidad enfrentan una serie de complicaciones a corto y largo plazo que afectan negativamente su salud y la de su bebé. En la madre, estas complicaciones pueden incluir abortos espontáneos, muerte fetal, partos por cesárea y un alto riesgo de desarrollar alteraciones en el procesamiento de la glucosa (azúcar de los alimentos) y de los lípidos, lo que puede derivar en enfermedades como diabetes gestacional, hipertensión gestacional, preeclampsia (aumento de la presión arterial y pérdida de proteínas en la orina), hígado graso, inflamación y fallas en los sistemas antioxidantes. Además, la obesidad materna puede alterar funciones esenciales de la placenta, como el suministro de nutrientes y oxígeno al bebé, así como la eliminación de desechos. También se ha demostrado que la obesidad materna afecta el crecimiento y desarrollo fetal, aumentando el riesgo de peso elevado al nacer, malformaciones congénitas, defectos cardíacos y acumulación anormal de grasa [4].

Efectos de la obesidad en la lactancia materna

Durante la lactancia, la obesidad en las madres también impacta la transferencia de nutrientes al bebé, ya que altera la composición de la leche materna. Estas modificaciones pueden aumentar el riesgo de que los hijos de madres con obesidad desarrollen problemas como obesidad infantil, trastornos cerebrales, asma e incluso cáncer. Además, un aumento excesivo de peso durante el embarazo es una de las principales causas de problemas de salud en los bebés a largo plazo.

Otro problema asociado con la obesidad en las madres es la dificultad para establecer y mantener la lactancia. El exceso de grasa corporal afecta la producción de hormonas, lo que altera tanto la cantidad como la calidad de la leche materna. Por ejemplo, las madres con obesidad producen menos prolactina, la hormona responsable de estimular la producción de leche, en comparación con las mujeres de peso normal. Además, la obesidad suele estar asociada con alteraciones en los niveles de insulina, una hormona clave para que la glucosa entre a las células, lo que puede retrasar el inicio de la producción de leche y reducir su volumen. Estas dificultades también se relacionan con alteraciones en la función de ciertas proteínas y enzimas especializadas, como las que participan en la producción de grasas en la leche.

Por esta razón, las madres con obesidad tienden a amamantar durante menos tiempo y suelen introducir otros alimentos al bebé antes que las madres con un peso normal. Además, se ha observado que la leche de las madres con obesidad contiene menos nutrientes esenciales para el desarrollo del microbioma intestinal (el conjunto de microorganismos benéficos). Asimismo, aporta una menor cantidad de factores inmunológicos, lo que aumenta el riesgo de que sus bebés sufran infecciones [3].

Recomendaciones finales: el valor de amamantar

Después de lo expuesto anteriormente, podría parecer que enfrentamos un panorama desolador, y es natural preguntarse: ¿es perjudicial amamantar a mi bebé si tengo obesidad? La respuesta es no. Aunque es cierto que la leche materna puede verse influenciada por los efectos de la obesidad, también lo es que esta es un fluido vivo y activo, con la capacidad de autorregularse. Recordemos que el bebé es privilegiado por el organismo de la madre, y la leche materna emplea mecanismos protectores para ofrecer la mejor calidad posible, adaptándose a las necesidades del bebé. Por ello, es fundamental cuidar la alimentación durante y después del embarazo. Además, amamantar no solo favorece el vínculo afectivo entre madre e hijo, sino que también contribuye al cuidado de la salud y al desarrollo integral del recién nacido.

Referencias

[1] Modak A, Ronghe V, Gomase KP. The Psychological Benefits of Breastfeeding: Fostering Maternal Well-Being and Child Development. 2023 Oct, 9;15(10). Disponible en: https://www.cureus.com/articles/187248-the-psychological-benefits-of-breastfeeding-fostering-maternal-well-being-and-child-development?score_article=true#

[2] Reniker LN, Frazer LC, Good M. Key biologically active components of breast milk and their beneficial effects. Seminars in Pediatric Surgery. 2023 Jun, 1;32(3):151306. Disponible en: https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1055858623000537

[3] Álvarez D, Muñoz Y, Ortiz M, Maliqueo M, Chouinard-Watkins R, Valenzuela R. Impact of Maternal Obesity on the Metabolism and Bioavailability of Polyunsaturated Fatty Acids during Pregnancy and Breastfeeding. Nutrients. 2020 Dec, 23;13(1). Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7822469/

[4] Zhang C X, Candia CC, Sferruzzi-Perri AN. Placental inflammation, oxidative stress and fetal outcomes in maternal obesity. Trends in Endocrinology and Metabolism. July 2024, vol. 35, No. 7.

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