Estudiante de Licenciatura Médico Cirujano y Partero, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).
Departamento de Morfología, CUCS, UdeG.
Laboratorio de Histología y Embriología, Departamento de Morfología, CUCS, UdeG.
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La preeclampsia es un síndrome multisistémico de severidad variable, específico del embarazo. Puede presentarse a partir de las 20 semanas de gestación, durante el nacimiento o hasta dos semanas después del parto. Es más frecuente en mujeres menores de 20 años y mayores de 35 años (1). Afecta entre el 3 % y el 10 % de los embarazos a nivel mundial, lo que equivale a aproximadamente 50,000 muertes maternas anuales, convirtiéndola en la principal causa de mortalidad materna en el mundo. En México, su incidencia es de 47.3 casos por cada 1,000 nacimientos (2).
Las principales características de la preeclampsia incluyen presión arterial elevada, proteinuria (presencia de proteínas en la orina) y otros signos de daño en los riñones u otros órganos (3). Entre sus posibles causas se encuentran la obesidad, la hipertensión arterial crónica, antecedentes de diabetes mellitus, edad avanzada, antecedentes familiares de preeclampsia o haberla presentado en embarazos anteriores, así como ser primigesta (mujer en su primer embarazo), multípara (mujer con varios embarazos previos) o haber tenido infecciones durante la gestación (4). No obstante, la causa exacta de la preeclampsia aún se desconoce.
Esta afección puede afectar tanto a la madre como al feto de diversas maneras. Se asocia con nacimiento prematuro y restricción del crecimiento intrauterino en el bebé, así como con eclampsia y el síndrome de HELLP (Hemolysis, Elevated Liver Enzymes, Low Platelets) en la madre (4). En este artículo, nos enfocaremos en la restricción del crecimiento intrauterino.
¿Cómo ocurre la preeclampsia?
Como se ha mencionado, la causa exacta de la preeclampsia aún no se ha definido. Sin embargo, se han identificado varios procesos que contribuyen a su desarrollo. A continuación, se explican brevemente algunos de ellos:
Disfunción endotelial: El endotelio es una capa de células que recubre el interior de los vasos sanguíneos y tiene la función de regular el flujo sanguíneo, mantener la presión arterial y prevenir la formación innecesaria de coágulos. En la preeclampsia, la placenta funciona de manera deficiente, lo que provoca la liberación de sustancias que dañan el endotelio. Como consecuencia, este pierde su capacidad de regulación, lo que lleva al aumento de la presión arterial, una mayor tendencia a la formación de coágulos y el desencadenamiento de un proceso inflamatorio (4).
Inflamación sistémica: La inflamación es un mecanismo de defensa mediante el cual el sistema inmunológico desencadena una serie de cambios en los vasos sanguíneos y en las células para proteger al organismo de agentes considerados extraños. En la preeclampsia, la placenta libera sustancias como fragmentos celulares y proteínas anormales, lo que genera una respuesta inmunológica que busca defender a la madre. Para ello, la placenta libera citocinas, proteínas que circulan por el cuerpo y desencadenan inflamación.
Esta respuesta inflamatoria afecta múltiples tejidos y órganos, incluido el cerebro, que envía señales al músculo de las arterias pequeñas, provocando un aumento de la presión arterial. Además del daño endotelial, la inflamación compromete órganos como los riñones, el hígado y el cerebro, lo que puede generar disfunción orgánica y, en casos graves, convulsiones. A su vez, este daño e inflamación continúan alimentando el proceso inflamatorio, creando un círculo vicioso (4).
¿Cuáles son las repercusiones de la preeclampsia?
La preeclampsia tiene múltiples repercusiones tanto para la madre como para el feto. A continuación, se mencionan las más relevantes, con énfasis en la restricción del crecimiento intrauterino:
Problemas con la placenta: Durante las primeras etapas del embarazo, las arterias espirales del útero son responsables de suministrar una cantidad adecuada de sangre, oxígeno y nutrientes al feto. Estas arterias experimentan modificaciones estructurales a lo largo de la gestación. Sin embargo, en mujeres con preeclampsia, estos cambios no ocurren de manera adecuada, lo que reduce el suministro de oxígeno y nutrientes al feto (4).
Nacimiento prematuro: Se produce cuando el parto ocurre antes de la semana 37 de gestación. Esto puede provocar diversas complicaciones en el recién nacido, como problemas respiratorios, dificultades en la alimentación, alteraciones auditivas y visuales, retraso en el desarrollo e incluso lesiones cerebrales (5).
Síndrome de HELLP: Es una complicación de la preeclampsia caracterizada por la destrucción de glóbulos rojos, un descenso en los niveles de plaquetas y un aumento de las enzimas hepáticas. Esto incrementa el riesgo de hemorragias, anemia (disminución de glóbulos rojos en sangre) y alteraciones en la función hepática (4).
Eclampsia: Es una complicación grave de la preeclampsia que afecta el sistema nervioso central. Se manifiesta comúnmente con síntomas como convulsiones, coma, dolor de cabeza, alteraciones en la visión y en el estado de conciencia (5).
Restricción del crecimiento intrauterino: Se refiere a un crecimiento y desarrollo fetal por debajo de lo esperado durante el embarazo (5). Aunque la causa exacta de esta afección en el contexto de la preeclampsia aún no se conoce, se ha identificado una estrecha relación con el mal funcionamiento de la placenta. La preeclampsia puede provocar múltiples alteraciones en la placenta, afectando su capacidad para desempeñar adecuadamente sus funciones.
Las principales alteraciones relacionadas con la restricción del crecimiento intrauterino son las siguientes:
Disminución del flujo sanguíneo a la placenta: En la preeclampsia, la remodelación de las arterias espirales no se produce de manera adecuada, lo que provoca una distribución deficiente del flujo sanguíneo y de los nutrientes. Esta alteración afecta el desarrollo de la placenta y compromete el crecimiento fetal debido a la falta de oxígeno, nutrientes y un metabolismo adecuado para su desarrollo (4).
Desprendimiento prematuro de la placenta: La hipertensión característica de la preeclampsia debilita los vasos sanguíneos que conectan la placenta con la pared del útero, lo que puede provocar su ruptura y causar una hemorragia (sangrado excesivo). La acumulación de sangre entre la placenta y el útero genera su separación prematura, interrumpiendo el suministro de oxígeno y nutrientes al feto, lo que afecta su desarrollo (2).
Infartos placentarios: La deficiencia en la remodelación de las arterias espirales provoca isquemia (disminución del flujo sanguíneo) y, posteriormente, hipoxia (falta de oxígeno). Como consecuencia, se produce la muerte del tejido placentario, lo que afecta la nutrición y el metabolismo necesarios para el desarrollo adecuado del feto (5).
¿Cuál es el tratamiento para la preeclampsia?
El único tratamiento definitivo para la preeclampsia es el nacimiento. Sin embargo, su manejo depende de la edad gestacional y la madurez del embarazo (5). Si la gestación ha alcanzado las 34 semanas, se puede considerar adelantar el parto, especialmente en casos de preeclampsia grave. De no ser así, el médico podrá optar por mantener a la paciente bajo estricta vigilancia y control, supervisando lo siguiente:
¿Cómo prevenir la preeclampsia?
Para prevenir o reducir el riesgo de desarrollar preeclampsia, se pueden tomar las siguientes medidas:
Administración de ácido acetilsalicílico (AAS) en dosis bajas: En embarazos de alto riesgo, el AAS ayuda a regular la síntesis de vasoconstrictores (sustancias que aumentan la presión arterial) y previene la formación de microcoágulos, los cuales pueden afectar el flujo sanguíneo y la oxigenación de la placenta y el feto (5).
Identificación de síntomas: La hipertensión puede identificarse a través de síntomas como dolor de cabeza (cefalea), percepción de sonidos agudos sin una fuente externa (acúfenos) y palpitaciones aceleradas. Reconocer estos signos a tiempo permite detectar la preeclampsia de manera temprana y brindar la atención médica necesaria.
Modificaciones en el estilo de vida: Mantener una dieta balanceada, realizar actividad física regularmente y controlar el peso corporal son medidas que favorecen la salud cardiovascular y contribuyen a la prevención de la preeclampsia (5).
Monitoreo médico constante: Es fundamental acudir al menos una vez al mes a consulta médica durante todo el embarazo. Esto permite un seguimiento regular de la presión arterial antes y después del parto, facilitando la detección temprana de cualquier indicio de preeclampsia (4).
Estas recomendaciones deben seguirse únicamente bajo la indicación y supervisión de un médico. No deben realizarse por iniciativa propia ni basarse en consejos de personas no capacitadas.
Conclusiones
La preeclampsia es un problema de salud grave y más común de lo que se piensa. Por ello, es fundamental estar informados sobre sus principales características y las medidas para reducir su riesgo durante el embarazo. Además, llevar un control prenatal adecuado y un monitoreo médico constante es esencial para su prevención. La detección temprana de cualquier indicio de preeclampsia disminuye el riesgo de que evolucione a complicaciones que pongan en peligro la vida y la salud de la madre y el feto.
[1] Ma’ayeh M, Costantine MM. Prevention of preeclampsia. Seminars In Fetal And Neonatal Medicine [Internet]. 1 de octubre de 2020;25(5):101123. Disponible en: https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1744165X20300482
[2] Velumani V, Durán Cárdenas C. Preeclampsia: una mirada a una enfermedad mortal. Scielo México [Internet]. febrero de 2022 [citado 12 de septiembre de 2024]; Disponible en: https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0026-17422021000500007#:~:text=En%20el%20mundo%2C%20cada%203,por%20cada%201%2C000%20nacimientos1
[3] Preeclampsia – Síntomas y causas – Mayo Clinic [Internet]. Mayo Clinic. 2022. Disponible en: https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/preeclampsia/symptoms-causes/syc-20355745
[4] Rana S, Lemoine E, Granger JP, Karumanchi SA. Preeclampsia. Circulation Research [Internet]. 29 de marzo de 2019;124(7):1094-112. Disponible en: https://doi.org/10.1161/circresaha.118.313276
[5] Ives CW, Sinkey R, Rajapreyar I, Tita ATN, Oparil S. Preeclampsia—Pathophysiology and Clinical Presentations. Journal Of The American College Of Cardiology [Internet]. 1 de octubre de 2020;76(14):1690-702. Disponible en: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0735109720362987?via%3Dihub#sec12
Departamento de Inmunobioquímica, Instituto Nacional de Perinatología “Isidro Espinosa de los Reyes”, Ciudad de México.
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Desde el inicio de los tiempos, el embarazo ha sido un fenómeno que requiere toda la atención y cuidado posible. Sin embargo, esto no garantiza evitar un “desenlace adverso”, palabras que, como futura madre, no se desea escuchar. Lamentablemente, existen circunstancias que ponen en riesgo la llegada de un nuevo ser. Un claro ejemplo es la preeclampsia, una enfermedad específica del embarazo que suele presentarse aproximadamente en la semana 20 de gestación. Esta se caracteriza por un aumento de la presión arterial y, en casos severos, puede conllevar alteraciones como una elevación en la cantidad de proteínas en la orina (proteinuria).
La preeclampsia se considera un problema de salud pública, ya que pone en riesgo la vida de la madre y del bebé [1]. Por esta razón, es fundamental que la comunidad científica dirija sus investigaciones hacia el estudio del origen, diagnóstico, desarrollo y tratamiento de esta enfermedad. La preeclampsia es conocida como “la enfermedad de las teorías”, ya que su aparición durante el embarazo aún es un enigma.
El papel de la oxidación en la preeclampsia
Sin embargo, de lo que sí estamos seguros es del papel que juega el proceso de oxidación en el desarrollo de la preeclampsia [2]. Este fenómeno puede compararse con lo que ocurre con las manzanas: al oxidarse, cambian su apariencia. Algo similar sucede en las células, donde las moléculas responsables de la oxidación, denominadas radicales libres, que pueden provenir del oxígeno y del nitrógeno, se producen de manera incontrolada. Esto genera la modificación (oxidación) de diferentes moléculas en el organismo.
Ante esta problemática, en 2018 nuestro grupo de investigación publicó un artículo científico que demostró la presencia del proceso de oxidación en recién nacidos de mujeres que desarrollaron preeclampsia durante el embarazo. Esto nos lleva a preguntar: ¿el bebé nace oxidado? Para responder a esta interrogante, es necesario ponernos en contexto.
Metodología: análisis de la oxidación en sangre del cordón umbilical
Como primer paso, solicitamos la autorización de la madre mediante la firma de un documento conocido como consentimiento informado, en el cual se explican los procedimientos de la investigación. Este procedimiento consistió en obtener muestras de sangre arterial del cordón umbilical, tomadas una vez que la placenta fue expulsada y el cordón umbilical cortado, lo que garantizó que en ningún momento estuviéramos en contacto directo con el bebé.
En el laboratorio, de la sangre obtenida del cordón umbilical separamos un componente llamado plasma, que utilizamos para aislar moléculas específicas denominadas lipoproteínas. Estas moléculas, compuestas por lípidos y proteínas, tienen como función transportar lípidos a diferentes órganos, una tarea esencial para llevar a cabo funciones vitales en el organismo. Las lipoproteínas se clasifican según sus características físicas, comúnmente conocidas como colesterol “bueno” (HDL) y colesterol “malo” (LDL). Sin embargo, como veremos más adelante, esta clasificación no es necesariamente correcta. Cabe mencionar que la abreviatura en inglés de HDL significa lipoproteínas de alta densidad, mientras que LDL se refiere a lipoproteínas de baja densidad.
El proceso de oxidación: un círculo vicioso molecular
Una vez obtenidas las partículas de LDL y HDL, mediante técnicas de laboratorio medimos su proceso de oxidación. Pero ¿a qué se refiere este proceso? Los radicales libres son los responsables de oxidar otras moléculas. Esto es posible debido a su naturaleza química, ya que les falta en su estructura ciertos elementos para ser estables (electrones). Para alcanzar esta estabilidad, los radicales libres «roban» lo que necesitan de otras moléculas. Recuerden que todo en el universo tiende a buscar la estabilidad.
El problema con los radicales libres radica en que, una vez que roban un electrón a otra molécula —en este caso, a una lipoproteína en su parte lipídica—, esa lipoproteína queda incompleta, es decir, inestable. Esto inicia un círculo vicioso: la lipoproteína inestable actúa como un nuevo radical libre, necesitando robar lo que le fue quitado a otra molécula, y así sucesivamente. Así comienza el proceso de oxidación de un lípido, el cual se divide en tres etapas:
Anteriormente mencionamos que la LDL no es necesariamente el colesterol “malo” ni la HDL el “bueno”. En realidad, la HDL tiene la ventaja de tener un mayor porcentaje de proteínas que lípidos en su composición, mientras que la LDL tiene un mayor porcentaje de lípidos, lo que la convierte en un objetivo más atractivo para los radicales libres. Por otro lado, la paraoxonasa (PON-1) se encuentra en la parte proteica (Apo-A1) de las HDL, lo que otorga a estas lipoproteínas un sistema de protección personal que también puede proteger a las LDL. Además, la HDL no es tan atractiva para los radicales libres.
Por tanto, cuando en estudios de laboratorio observamos una mayor cantidad de LDL que de HDL, esto puede indicar que las LDL están sufriendo oxidación severa. En lugar de verlas como «colesterol malo», esto debe interpretarse como una señal para tomar medidas, como cuidar nuestra alimentación. Ahora, continuemos con la explicación de si los bebés nacen oxidados.
Hallazgos: oxidación en recién nacidos de madres con preeclampsia
Para medir la oxidación a nivel de proteínas también existen diversas técnicas de laboratorio, las cuales nos indican qué tanto han sido modificadas las proteínas. Con estas técnicas experimentales, pudimos observar que las LDL y HDL de los recién nacidos de mujeres con diagnóstico de preeclampsia presentaban un mayor nivel de oxidación a nivel de lípidos en comparación con las LDL y HDL de recién nacidos de mujeres que no tuvieron preeclampsia durante el embarazo. Este hallazgo fue corroborado al medir la actividad de la paraoxonasa en las HDL, donde encontramos una disminución significativa. Esto indica que la paraoxonasa no logró frenar la segunda y tercera etapa del proceso de oxidación lipídica.
En cuanto al daño a las proteínas, para nuestra sorpresa, no encontramos un daño evidente en las LDL y HDL de los recién nacidos de mujeres con preeclampsia, a pesar de que sus madres sí presentaron este tipo de daño. Aquí surge un aspecto interesante: existe una técnica experimental que mide en plasma la capacidad antioxidante total, la cual indica la capacidad global del organismo para defenderse de la oxidación (antioxidantes). En la sangre arterial del cordón umbilical de los recién nacidos de mujeres con diagnóstico de preeclampsia, observamos un aumento significativo en la capacidad antioxidante total en comparación con la de los recién nacidos de mujeres sin diagnóstico de preeclampsia.
Esto nos lleva a concluir que, efectivamente, la preeclampsia provoca modificaciones importantes en los recién nacidos [3]. En otras palabras, los bebés nacen oxidados; sin embargo, es de esperarse que, al desarrollarse en el vientre materno, la madre les haya aportado los antioxidantes necesarios para evitar daños graves que comprometan su vida.
Reflexión: La importancia de la investigación en preeclampsia
Es importante hacer una reflexión. Si bien el bebé suele estar protegido ante diversas eventualidades, habrá ocasiones en las que el organismo de la madre no contará con las herramientas necesarias para defenderlos a ambos. Por ello, nuestra función como investigadores es realizar estudios como este, que nos permitan comprender mejor la enfermedad y abordarla de manera más efectiva. Todo esto con la finalidad de mejorar la calidad de vida, reducir los riesgos tanto para la madre como para el bebé, y evitar escuchar las palabras “desenlaces adversos”.
Conflictos de interés
Los autores declaran no tener ningún conflicto de interés.
Financiamiento
Esta investigación fue financiada por el Instituto Nacional de Perinatología Isidro Espinosa de los Reyes, a través del protocolo titulado: Evaluación del perfil de lípidos y su asociación con el estrés oxidativo en HDL y LDL, como indicadores de diagnóstico de fetopatías por preeclampsia en neonatos. Con número de registro: 3210-21001-02-14. Financiamiento otorgado a YDTR.
[1] Negre-Salvayre A, Swiader A, Salvayre R, Guerby P. Oxidative stress, lipid peroxidation and premature placental senescence in preeclampsia. Archives of Biochemistry and Biophysics. 2022 Nov 1;730:109416–6.
[2] Gil-Acevedo L, Ceballos G, Torres-Ramos Y. Foetal lipoprotein oxidation and preeclampsia. Lipids in Health and Disease. 2022 Jun 4;21(1).
[3] León-Reyes G, Espino y Sosa S, Medina-Navarro R, Guzmán-Grenfell AM, Medina-Urrutia AX, Fuentes-García S, et al. Oxidative modifications of foetal LDL-c and HDL-c lipoproteins in preeclampsia. Lipids in Health and Disease [Internet]. 2018 May 10 [cited 2024 Sep 30];17(1). Available from: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29747696/