Autores
Diego Ian Rosales Delgado
DepartameEstudiante de Licenciatura en Médico Cirujano y Partero, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).
Guillermina Muñoz Ríos
Laboratorio de Histología y Embriología, Departamento de Morfología, CUCS, UdeG.
En 2021, el Gobierno de México publicó en su página web oficial un artículo conmemorativo del Día Nacional de la Prevención de Quemaduras en Niñas, Niños y Adolescentes. En este documento se reportó una estadística anual de 13 mil pacientes con quemaduras, de los cuales al menos 1,000 pertenecían a la población infantil, un grupo altamente vulnerable. En estos casos, el riesgo de muerte es considerablemente mayor y, entre quienes sobreviven, la mayoría presenta secuelas de por vida [1].
¿Qué son las quemaduras?
Las heridas por quemaduras suelen describirse como eventos traumáticos tanto a nivel psicológico como físico, debido a los procesos de recuperación, que suelen ser lentos y dolorosos. En muchos casos, los pacientes solo logran recuperar parcialmente la estética y la funcionalidad de su piel. Esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿qué se puede mejorar en el proceso para disminuir el dolor y favorecer la recuperación de una herida por quemadura? Para responderla, primero es necesario abordar algunos términos importantes [2].
¿Qué es la cicatrización?
El proceso de cicatrización es un mecanismo de reparación tisular cuyo objetivo es restablecer la continuidad y corregir el daño en la piel y los tejidos subyacentes tras una lesión causada por agentes externos de carácter químico o físico. Sin embargo, este proceso no siempre garantiza la recuperación funcional o estética de la zona afectada. Además de reparar los tejidos, la cicatrización actúa como un mecanismo de protección que ayuda a prevenir infecciones. No obstante, es importante recordar que el tejido reparado no siempre recupera su resistencia ni su función original en comparación con su estado previo a la lesión [3].
Clasificación y reparación de las quemaduras
Las quemaduras se clasifican en cuatro grados, cada uno caracterizado por un nivel distinto de profundidad en la afectación, el proceso de cicatrización y la recuperación esperada de la piel. Un ejemplo claro de una quemadura leve o de primer grado, que es únicamente superficial, es la descamación de la piel tras la exposición al sol, la cual se regenera en unos pocos días sin dejar cicatriz. En contraste, una quemadura de cuarto grado implica daño en tejidos profundos más allá de la piel, como músculos o huesos [3].
Después de una lesión, el proceso de reparación implica tres fases, que explicaremos mediante la analogía de una fuga en una tubería:
- El organismo detendrá el sangrado de la región lo más pronto posible. Esto sería equivalente al momento en que se identifica el punto de fuga en una tubería y se coloca un pedazo de cinta como solución temporal. Sin embargo, esta medida no repara la tubería ni constituye un remedio a largo plazo.
- La zona afectada aumentará de tamaño y se llenará de líquido para generar un entorno adecuado para la proliferación de nuevas células. Estas células establecerán diversos canales de comunicación y, de esta manera, se organizarán para formar la cicatriz. En nuestra analogía, esto sería equivalente a prevenir otros accidentes delimitando la zona con cinta o listón y llamando a plomeros y equipos de construcción.
- Finalmente, el cuerpo llevará a cabo un proceso de “cimentación”, que en nuestra analogía representa el momento en que el equipo de construcción resana y reemplaza la tubería dañada [4].
¿Cómo mejora la fisioterapia el efecto de las cicatrices en el cuerpo?
Ahora que hemos comprendido el fenómeno de la cicatrización en las quemaduras, surge una pregunta clave: ¿cómo podemos mejorar el pronóstico de una quemadura? Una posible solución es la fisioterapia.
Recientemente, Deflorin C. et al. publicaron una revisión sistemática y un metaanálisis en el que compararon distintas opciones de tratamiento en fisioterapia para mejorar los resultados de la cicatrización [5]. Su enfoque se centró en evaluar la efectividad del tratamiento en seis parámetros: manejo del dolor, coloración/pigmentación, flexibilidad de la piel, comezón (prurito), extensión de la cicatriz y grosor de esta. A continuación, explicaremos en qué consiste cada uno.
- Manejo del dolor. Se encontró que las terapias más efectivas para tratar una cicatriz dolorosa son: a) La terapia de ondas de choque extracorpórea, que consiste en el uso de ondas de sonido para alcanzar nervios y otras estructuras profundas en el cuerpo; b) Masajes profundos aplicados varias veces a la semana y terapias con láser para reducir el dolor. La estrategia basada en masajes profundos puede realizarse en casa con la capacitación adecuada por parte de un especialista en fisioterapia o un médico rehabilitador. Cuando se aplica correctamente, esta técnica puede «silenciar» las terminales nerviosas afectadas, reduciendo hasta en un 90% la percepción del dolor en el paciente. Es importante señalar que tanto la terapia de ondas de choque como la terapia con láser deben ser realizadas exclusivamente por un especialista en el área.
- Pigmentación/coloración. La circulación y la hidratación fueron identificadas como los factores clave para mejorar la coloración de la piel. Los resultados muestran que humectar la cicatriz con geles a base de silicona, en combinación con masajes continuos, ayuda a regular la comunicación entre las células responsables de la cicatrización. Se encontró una mejoría de hasta un 72 %, lo que hace la cicatriz mucho menos visible y mejora significativamente su apariencia estética.
- Flexibilidad de la piel. La flexibilidad de la piel mejoró con el uso de pulsos de alta intensidad con láser, una tecnología que aplica energía en intervalos cortos, pero con gran intensidad. Se cree que este método descompone la desorganización estructural responsable de la rigidez de la cicatriz, favoreciendo la reorganización de las fibras. El metaanálisis de Deflorin C. et al. evidenció una mejoría notable, especialmente cuando el tratamiento se combinó con la aplicación de geles de silicona o cinta adhesiva en la zona, materiales que son fácilmente accesibles en México.
- Comezón (prurito). En este caso, se observa un fenómeno conocido como liberación descontrolada de citocinas, en el que las células envían señales de manera excesiva y desorganizada, lo que provoca irritación y reacción en la piel. Siguiendo nuestra analogía de la tubería, la mejor estrategia sería asignar a un supervisor para coordinar y regular la comunicación. En este contexto, dicha función la cumpliría la aplicación de geles de silicona en combinación con la técnica de petrissage, un tipo de masaje terapéutico. La fisioterapia ha demostrado ser una de las herramientas más eficaces para reducir la comezón, logrando una mejoría significativa en hasta el 99 % de los pacientes que reciben el tratamiento.
- Extensión de la cicatriz. En este caso, el tratamiento ideal se centra en el uso de láser colorante pulsado, un tipo de láser que atraviesa un filtro de luz amarilla, lo que le permite alcanzar venas y arterias profundas y, con ello, mejorar la circulación en la zona afectada. Esta herramienta debe ser manejada exclusivamente por un especialista capacitado en el área.
- Grosor de la cicatriz. Existen diversos métodos para tratar el grosor de la cicatriz. En algunos casos, el láser pulsado resulta una opción efectiva, mientras que en otros no. Se cree que la eficacia de este tratamiento depende de la técnica utilizada y la intensidad de la aplicación [5].
Conclusiones
En conclusión, el uso de técnicas de fisioterapia tiene un efecto positivo en la coloración de la cicatriz, la comezón, el dolor y la flexibilidad de la piel. Los resultados favorables en estos aspectos se asocian con una mejor calidad de vida para los pacientes.
Si bien las terapias con láser deben ser aplicadas por personal especializado, algunas técnicas pueden realizarse en casa con la capacitación adecuada. Las maniobras de movilización y los masajes en la zona afectada pueden llevarse a cabo de manera segura y eficaz. Por otro lado, los geles de silicona, que están disponibles en cualquier farmacia, contribuyen significativamente a mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Referencias
[1] Gobierno de México. Cuenta México con centro de alta especialidad para atender quemaduras graves [Internet]. 2023 [citado 2024 Sep 29]. Disponible en: https://www.gob.mx/salud/prensa/170-cuenta-mexico-con-centro-de-alta-especialidad-para-atender-quemaduras-graves
[2] Fernández-Vega Barreto FL, Puebla Farigola I, Carrillo Vázquez L. Alteraciones psicológicas en pacientes ingresados por quemadura. RM [Internet]. 2015; 19(1).
[3] Fernández-Santervás Y, Melé Casas M. Quemaduras. Protoc Diagn Ter Pediatr. 2020;1:275-287.
[4] Senet P. Fisiología de la cicatrización cutánea. 1st ed. París: Elsevier Masson; 2008. Dermatología.
[5] Deflorin C, et al. Physical management of scar tissue: a systematic review and meta-analysis. J Altern Complement Med. 2020;26(10):854-865. doi:10.1089/acm.2020.0109.
[5] Zejnullahu VA, Zejnullahu VA, Kosumi E. The role of oxidative stress in patients with recurrent pregnancy loss: a review. Reprod Health [Internet]. 2021;18(1). Disponible en: http://dx.doi.org/10.1186/s12978-021-01257-x
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