¿Podrías tener crisis epilépticas sin darte cuenta?

¿Podrías tener crisis epilépticas sin darte cuenta?

Autores

Julia Ramírez Gómez

Estudiante del Doctorado en Ciencias Biomédicas, Centro Universitario de Ciencias de la Salud, Universidad de Guadalajara.

Ana Gabriela Bernardo Cervantes

Estudiante del Doctorado en Ciencias Biomédicas, Centro Universitario de Ciencias de la Salud, Universidad de Guadalajara.

Contacto: [email protected]


Al escuchar la palabra «epilepsia», la primera imagen en la que pensamos es la de una persona sufriendo convulsiones en el suelo; sin embargo, este trastorno neurológico puede manifestarse de distintas maneras, más allá de los movimientos violentos. En primer lugar, tener una crisis no siempre significa que alguien padezca epilepsia. A veces, estas pueden ocurrir una sola vez, sin repetirse, y son el resultado de factores externos, como la falta de sueño o la fiebre. Suceden cuando el cerebro envía señales eléctricas de forma desordenada, lo que puede provocar desmayos, movimientos bruscos o momentos en los que la persona parece estar desconectada o confundida. Aproximadamente el 10% de la población mundial puede experimentar una crisis en algún momento de su vida, pero solo entre el 1% y el 2% desarrolla epilepsia como condición médica (1). Pero, ¿es posible tener una crisis sin notarlo? ¿O incluso experimentar varios episodios sin saber que podrían ser epilepsia? La respuesta es sí, y por eso es fundamental conocer los distintos tipos de crisis, cómo se clasifican y sus características, ya que detectarlas a tiempo puede marcar la diferencia entre recibir un tratamiento adecuado o vivir con incertidumbre.

Clasificación de las crisis epilépticas

Las crisis epilépticas se pueden clasificar en cuatro categorías diferentes: focales, generalizadas, de origen desconocido y no clasificadas (2).

Comenzaremos hablando de las crisis focales, las cuales se originan en una zona específica del cerebro. A veces, se manifiestan con pequeños cambios, como una sensación de déjà vu u hormigueo en un brazo, o directamente con movimientos bruscos del cuerpo. Dentro de las crisis focales, existen aquellas que se denominan «con conciencia preservada», donde la persona afectada está alerta y consciente de su entorno. Por otro lado, las crisis «con conciencia alterada» se refieren a aquellas en las que la persona no responde o tiene recuerdos confusos de lo ocurrido. Aunque las crisis focales comienzan en una región específica del cerebro, pueden extenderse a otras áreas y manifestarse como sacudidas del cuerpo (2).

En comparación con las crisis focales, las crisis generalizadas se originan en un punto del cerebro que conecta ambos hemisferios (mitades del cerebro). Por lo tanto, involucran los dos hemisferios desde el inicio. Uno de los tipos de crisis generalizadas más conocidos son las tónico-clónicas, que provocan sacudidas en todo el cuerpo y pérdida de la conciencia. Sin embargo, no son las únicas: también existen las crisis mioclónicas, que se caracterizan por pequeñas sacudidas, y las crisis atónicas, que causan caídas repentinas sin movimientos. No todas las crisis generalizadas presentan signos evidentes; por ejemplo, las crisis de ausencia se manifiestan como breves desconexiones o miradas al vacío, y a menudo son tan cortas que pasan inadvertidas (2).

Existen casos en los que es posible clasificar ciertos aspectos de las crisis, pero no se puede determinar con exactitud su origen en el cerebro. Esto puede deberse a la falta de registros clínicos, como un electroencefalograma (prueba que registra la actividad eléctrica del cerebro), o a que los síntomas no permiten distinguirlas claramente. Estos episodios se conocen como crisis de origen desconocido y podrían ser tanto focales como generalizadas. Además, hay ocasiones en las que el médico está seguro de que el paciente presenta crisis, pero estas no encajan claramente en ninguna categoría; en tales casos, se agrupan como crisis no clasificadas. Con el tiempo, a medida que surjan nuevos síntomas o se obtenga más información, estas crisis podrán reclasificarse (2).

Importancia de la clasificación

La clasificación de las crisis epilépticas ayuda a comunicar con claridad entre investigadores, personal de salud, pacientes y público en general los tipos de crisis, evitando confusiones. Conocer el tipo de crisis orienta la elección del tratamiento más efectivo y con menores efectos secundarios para cada paciente. Además, la distinción precisa entre crisis focales y generalizadas aumenta la probabilidad de capturar y localizar la actividad eléctrica durante la crisis (3).

Conclusiones

Las crisis epilépticas no siempre se manifiestan como sacudidas del cuerpo; a veces pasan inadvertidas, con sensaciones extrañas o movimientos sutiles. Reconocer que existen diferentes tipos de crisis (algunas sin alteración de la conciencia ni signos evidentes) será clave para identificarlas a tiempo y recibir el tratamiento adecuado. Entender esta diversidad nos ayuda a ser más atentos y a actuar con mayor rapidez, tanto para nosotros mismos como para quienes nos rodean.

Referencias

[1] Falco-Walter J. Epilepsy-definition, classification, pathophysiology, and epidemiology. Semin Neurol. 2020 Dec;40(6):617-23.

[2] Beniczky S, Trinka E, Wirrell E, Abdulla F, Baradie RA, Vanegas MA, et al. Updated classification of epileptic seizures: position paper of the ILAE Commission for Classification and Terminology. Epilepsia. 2025 Apr [citado el 25/02/25]; [Epubahead of print]. DOI: 10.1111/epi.18338.

[3] Manole AM, Șirbu CA, Mititelu MR, Vasiliu O, Lorusso L, Șirbu OM, et al. State of the art and challenges in epilepsy—a narrative review. J Pers Med. 2023 Apr1;13(4):623.

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