El estrés oxidativo ¿amigo o enemigo?

El estrés oxidativo ¿amigo o enemigo?

Autores

Diana Jocelyne Mejia Barajas

Licenciatura en Nutrición, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).

Regina Cuevas Proa

Licenciatura en Nutrición, Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara (UdeG).

Teresita de Jesús Hernández Flores

Departamento de Disciplinas Filosóficas, Metodológicas e Instrumentales, CUCS, UdeG.

Contacto: [email protected]


A diario, nuestro cuerpo enfrenta una batalla silenciosa: el estrés oxidativo. Este proceso, aunque suene alarmante, es en realidad algo sumamente común. Imagina un grupo de células enojadas, corriendo de un lado a otro, buscando a quién robarle su energía para sentirse más fuertes. Estos pequeños villanos son los radicales libres. Pero, para todo villano, hay un héroe; en este caso, son los antioxidantes, quienes buscan detenerlos y proteger a las células del cuerpo del daño que pueden causar.

Cuando hay demasiados radicales libres y no suficientes antioxidantes para neutralizarlos, la situación se vuelve desfavorable; a esto se le conoce como estrés oxidativo. Sin embargo, la biología no siempre es tan simple. Lo que pocas veces se menciona es que estos villanos también tienen un lado positivo. En ciertos momentos, los radicales libres pueden actuar como agentes clave en la defensa del organismo, activando mecanismos que nos ayudan a combatir infecciones o a reparar daños. ¿Podrían estos supuestos malhechores, en determinadas circunstancias, ser héroes inadvertidos? Es aquí donde comienza la verdadera batalla entre el daño y la defensa: ¿será el estrés oxidativo un amigo o un enemigo?

Conociendo al estrés oxidativo

La historia comienza en la década de 1950, cuando dos científicos —el químico Irwin H. Finkel y el físico Richard D. H. Davies— descubrieron por primera vez a los radicales libres, esos supuestos villanos que se dedican a causar caos en el cuerpo [1].

En 1956, un biólogo llamado Denham Harman se une a la historia al introducir una teoría crucial. Harman propuso que estos villanos no solo estaban causando daño a las células en el presente, sino que su ataque continuo podría llevar a consecuencias mucho mayores en el futuro. Según su teoría, el daño acumulado por estos radicales libres afectaba a biomoléculas esenciales como el ADN, los lípidos y las proteínas. Este concepto fue conocido como la teoría del envejecimiento oxidativo [2].

Sin embargo, desde la introducción de esta teoría, el campo de la investigación sobre el estrés oxidativo ha crecido enormemente. Los científicos han descubierto que los radicales libres son personajes complejos en una épica historia de héroes y villanos. Aunque a menudo se les ve como malvados que causan caos, en realidad suelen desempeñar papeles cruciales como aliados en varias misiones importantes para la defensa del cuerpo.

Protagonistas del estrés oxidativo

Imagina que, en el interior de nuestro cuerpo, existe una batalla silenciosa y constante entre héroes y villanos. Los héroes en esta historia son los antioxidantes, siempre listos para proteger nuestras células. Los villanos, por otro lado, son los radicales libres y las especies reactivas de oxígeno (ERO), que suelen considerarse problemáticos [3].

Los radicales libres son reconocidos como pequeños villanos que buscan robar electrones para obtener más poder. Entre ellos se encuentran el superóxido (O₂•⁻), el peróxido de hidrógeno (H₂O₂) y el radical hidroxilo (•OH). Cada uno tiene su propia manera de causar estragos. Por ejemplo, el superóxido es conocido por ser un villano que ataca rápidamente, mientras que el peróxido de hidrógeno es más astuto y tiende a dañar a las células de manera indirecta [4].

Estos villanos se generan principalmente en las mitocondrias, que son como las fábricas de energía de nuestras células. Durante la producción de energía, estos radicales libres se liberan ocasionalmente; son inevitables, pero no siempre destructivos.

Hay ocasiones en las que, si un invasor —como una bacteria o un virus— amenaza la paz del cuerpo, estos supuestos villanos entran en acción. Estos héroes inadvertidos son los neutrófilos y macrófagos, dos tipos de células que forman parte del ejército del sistema inmunitario [3]. Usan su poder para atacar y destruir a los invasores. Este proceso, conocido como estrés oxidativo inducido por fagocitos, es como una batalla feroz en la que los radicales libres ayudan a eliminar las infecciones y a mantener el cuerpo a salvo.

Por otra parte, en esta famosa batalla, algunos radicales libres tienen un rol como mensajeros importantes. En este contexto, se transforman en señales especiales que ayudan a coordinar la comunicación entre las células. Uno de estos mensajeros es el óxido nítrico (NO), el cual regula funciones cruciales como el tono vascular y la presión arterial [5]. También contribuye a la transmisión de mensajes entre las células para asegurar que todo el cuerpo funcione en perfecta armonía. Sin estos mensajeros, la comunicación celular se volvería desorganizada, afectando el funcionamiento general del organismo.

La alianza

Esta colaboración entre los antioxidantes (internos y externos) y nuestros héroes inadvertidos (radicales libres) es crucial para el bienestar del cuerpo. Mientras los defensores internos luchan continuamente, los héroes externos refuerzan la defensa, proporcionando apoyo adicional para enfrentar a los invasores. Pero, ¿cómo es que esta alianza llega a su fin? ¿Cuándo se rompe este equilibrio?

Mecanismos de acción del estrés oxidativo

Existen diferentes escenarios que favorecen la producción descontrolada de radicales, lo que dificulta el trabajo de los antioxidantes para controlarlos y colaborar en el cuidado del cuerpo. La exposición a la radiación ultravioleta del sol, la contaminación del aire y algunos malos hábitos, como el tabaquismo, actúan dándoles más fuerza. Además, tener altos niveles de estrés, una dieta deficiente o poco balanceada, así como la inflamación crónica, también pueden intensificar el caos, permitiendo que los radicales libres se multipliquen y causen más daño [5].

Sin embargo, incluso en el campo de batalla pueden emerger aliados que ayudan a nuestros héroes a mantener el equilibrio en el cuerpo.

Estos héroes internos incluyen a los famosos superóxido dismutasa (SOD), glutatión peroxidasa (GPx) y catalasa. Son expertos en neutralizar los ataques de los radicales libres cuando se rompe el equilibrio [4].

Además de estos héroes internos, el cuerpo también recibe apoyo de héroes externos que provienen del consumo de alimentos y bebidas. Algunos antioxidantes, como la vitamina C, la vitamina E, el betacaroteno y los polifenoles, se obtienen de fuentes como frutas, verduras, nueces y granos enteros.

El papel del estrés oxidativo en el cuerpo

Imaginemos el estrés oxidativo como una balanza delicada dentro de nuestro cuerpo. En un lado de la balanza están los radicales libres (ERO), y en el otro, los antioxidantes, que actúan como contrapesos para mantener el equilibrio. Cuando los radicales libres ganan peso y dominan la balanza, se produce un exceso de estrés oxidativo que puede causar estragos en nuestras células, dañando estructuras críticas. Este desequilibrio es comparable a una maquinaria que, al oxidarse y deteriorarse, comienza a funcionar mal, desencadenando una serie de problemas en el sistema. Entre estos problemas se encuentran enfermedades crónicas y degenerativas, como los trastornos neurodegenerativos, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer [6].

En trastornos como el Alzheimer y el Parkinson, el estrés oxidativo actúa como una tormenta eléctrica que golpea sin descanso a las neuronas, dañando su capacidad para comunicarse, similar a una central eléctrica que sufre apagones constantes. En el ámbito cardiovascular, el estrés oxidativo se asemeja a la corrosión de un puente metálico, donde las arterias se inflaman y forman placas debido a la oxidación de las lipoproteínas LDL, obstruyendo el flujo sanguíneo. En el cáncer, las especies reactivas de oxígeno (ERO) son como un incendio que puede ser destructivo al causar mutaciones, pero también útil, ya que algunas terapias utilizan este «fuego» para destruir células tumorales.

A pesar de sus aspectos negativos, el estrés oxidativo también tiene un lado positivo. En niveles controlados, los radicales libres actúan como mensajeros en la señalización celular, ayudando a regular funciones esenciales como el crecimiento celular, la proliferación y la muerte celular programada (apoptosis). Esta comunicación es vital para mantener la homeostasis y favorecer la regeneración de células dañadas [3].

Además, el estrés oxidativo contribuye a la inflamación controlada, la cual es fundamental para la curación. Tras una lesión, los radicales libres inician el proceso inflamatorio, atrayendo células inmunitarias que ayudan a reparar el tejido dañado. Sin esta inflamación controlada, el proceso de curación sería menos eficiente.

Conclusiones

En nuestro recorrido por el mundo del estrés oxidativo, hemos desvelado una épica batalla entre los radicales libres y los antioxidantes, quienes desempeñan roles tanto de villanos como de héroes en la salud de nuestro cuerpo. Los radicales libres, como pequeños villanos, buscan causar estragos y desencadenar enfermedades, mientras que los antioxidantes, en su papel de héroes valientes, luchan incansablemente para proteger nuestras células y restaurar el equilibrio.

Sin embargo, incluso estos villanos tienen roles cruciales como mensajeros celulares y en la respuesta inmune. Este delicado equilibrio entre héroes y villanos desafía la idea de considerar al estrés oxidativo únicamente como un adversario a eliminar. En realidad, es una parte integral del complejo drama de nuestra salud, que refleja una batalla continua en la que tanto los héroes como los villanos tienen su importancia para mantener el equilibrio. Tras explorar estos aspectos, te invitamos a reflexionar: ¿qué opinas? El estrés oxidativo, ¿es amigo o enemigo?

Referencias

[1] Matić M, Peić D, Mandić J, et al. The role of oxidative stress in the pathogenesis of neurodegenerative diseases: a review. Biol Chem. 2021;402(9):1105-1119. https://doi.org/10.5607/en.2015.24.4.325

[2] Hajam YA, Rani R, Ganie SY, Sheikh TA, Javaid D, Qadri SS, Pramodh S, Alsulimani A, Alkhanani MF, Harakeh S, Hussain A, Haque S, Reshi MS. Oxidative stress in human pathology and aging: molecular mechanisms and perspectives. Cells. 2022;11(3):552.https://doi.org/10.3390/cells11030552

[3] Pérez-Torres I, Castrejón-Téllez V, Soto ME, Rubio-Ruiz ME, Manzano-Pech L, Guarner-Lans V. Oxidative stress, plant natural antioxidants, and obesity. Int J Mol Sci. 2021;22(4):1786. https://doi.org/10.3390/ijms22041786

[4] López-Sánchez P, Morales-Curiel M, López-Delgado F. Estrés oxidativo y enfermedades crónicas: una revisión. Hosp Med [Internet]. 2022 [citado 2024 Sep 16];23(2):215-227. Disponible en: http://www.scielo.org.pe/pdf/hm/v23n2/1727-558X-hm-23-02-e2158.pdf

[5] Deng L, Du C, Song P, Chen T, Rui S, Armstrong DG, Deng W. The role of oxidative stress and antioxidants in diabetic wound healing. Oxid Med Cell Longev. 2021;2021:8852759. https://doi.org/10.1155/2021/8852759

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