Plomo en lo cotidiano: el brillo que intoxica

Plomo en lo cotidiano: el brillo que intoxica

Autores

Alejandro Barrón Balderas

Departamento de Clínicas de la Reproducción Humana, Crecimiento y Desarrollo Infantil,Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara, Jalisco, México.

Hospital Civil de Guadalajara, “Dr. Juan I. Menchaca”, Jalisco, México.

Contacto: [email protected]

Mireya Robledo Aceves

Departamento de Clínicas de la Reproducción Humana, Crecimiento y Desarrollo Infantil,Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Universidad de Guadalajara, Jalisco, México.

Karla Ivana Solano González 

Egresada de la Licenciatura en Médico Cirujano y Partero, CUCS, Universidad de Guadalajara, Jalisco, México.


En los hogares mexicanos, un peligro silencioso persiste entre objetos aparentemente inofensivos. El plomo, ese metal pesado que ha acompañado al ser humano durante siglos, sigue presente en diversos aspectos de la vida cotidiana, representando una amenaza particular para los más vulnerables: los niños (1).

Tradiciones que brillan… y contaminan

La rica tradición alfarera de México, con su vibrante loza vidriada —como la de Tonalá—, esconde una paradoja. Su característico brillo, logrado durante generaciones mediante esmaltes a base de compuestos como la greta, el azarcón o el albayalde, puede representar un riesgo cuando estas piezas se usan para servir alimentos, especialmente aquellos calientes o ácidos. Por ello, tradicionalmente se recomendaba la «curación» de estas piezas, es decir, hervir agua o cal en ellas antes de su primer uso, con la intención de reducir la liberación de plomo. Sin embargo, este proceso suele opacar el brillo característico del vidriado.

Hoy en día, muchos artesanos han optado por esmaltes libres de plomo en las piezas destinadas al uso alimentario, lo que ha permitido conservar el arte sin poner en riesgo la salud.

Figura 1. Piezas tradicionales de loza vidriada: jarro, cazuela y plato de barro esmaltado. Se observa el característico brillo reflejante del vidriado, obtenido históricamente mediante el uso de esmaltes a base de plomo, lo que representa un potencial riesgo al ser utilizados para el consumo de alimentos (2, 3).

El uso medicinal de los polvos peligrosos

El problema no termina en la cerámica. En el ámbito de la medicina tradicional, se han documentado casos en los que curanderos emplean estos mismos polvos —especialmente azarcóngreta o albayalde— para tratar el llamado «empacho infantil». Esta práctica casera implica la ingesta de sustancias altamente tóxicas, provocando en los menores síntomas de intoxicación que van desde dolor abdominal y vómitos hasta convulsiones y pérdida de conciencia. En casos graves, se ha diagnosticado como encefalopatía plúmbica, un daño cerebral inducido por la toxicidad del plomo (3, 4).

El plomo oculto en el entorno cotidiano

Durante décadas, el plomo también formó parte de las pinturas domésticas, empleado para dar mayor adherencia y brillo a los colores. Además, algunas plastilinas escolares y pigmentos para lápices de colores contenían compuestos de plomo. Como respuesta a estos antecedentes, hoy es común encontrar en el etiquetado de muchos productos infantiles la leyenda «no contiene plomo», como medida preventiva (4).

Dulces tradicionales bajo la lupa

Los dulces típicos de tamarindo, íconos de la infancia mexicana, también estuvieron relacionados con la exposición al plomo. En el pasado, se utilizaron pigmentos contaminados, empaques con residuos de plomo o pequeñas ollitas de barro vidriado como envases, lo que representaba una fuente potencial de intoxicación. Actualmente, la producción está mucho más regulada, y estas presentaciones se han eliminado del comercio formal. No obstante, en algunos mercados de venta a granel o en tiendas de productos regionales, aún pueden encontrarse estas versiones tradicionales (2, 3, 4).

Esta situación ha motivado medidas de protección internacional, como la prohibición en Estados Unidos de importar ciertos dulces típicos mexicanos y loza vidriada que no cumpla con los estándares de seguridad alimentaria (1, 3).

Figura 2. Dulces típicos de tamarindo que, en años anteriores, fueron asociados con la presencia de plomo en sus envolturas o recipientes. A la izquierda, presentación en jarrito de barro; a la derecha, dos versiones del dulce extraídas de sus sobres envoltorios.

Saturnismo: el daño silencioso

Una vez en el cuerpo, el plomo se acumula de forma silenciosa, especialmente en los huesos, donde puede permanecer durante décadas. En los niños, esta exposición afecta el desarrollo neurológico, reduce el coeficiente intelectual y puede provocar trastornos de comportamiento, atención y aprendizaje. En adultos, la exposición crónica puede desencadenar hipertensión, daño renal y deterioro cognitivo prematuro (2, 3).

Cuando la intoxicación alcanza niveles severos, se manifiesta como saturnismo, un término clásico para describir el envenenamiento por plomo, caracterizado por anemia, fatiga, dolores articulares y musculares, y en algunos casos, daño neurológico irreversible (3, 4).

El diagnóstico se basa en la sospecha clínica a partir de los síntomas mencionados y del contexto de exposición (uso de loza vidriada, consumo de dulces típicos, empleo de remedios tradicionales, entre otros). Para confirmar la intoxicación, se solicitan estudios específicos como radiografías de huesos largos —donde pueden observarse líneas de alta densidad en las metáfisis— y la determinación de los niveles de plomo en sangre, considerada la prueba más confiable para evaluar la magnitud de la exposición (1, 5).

Regulación y alternativas

Afortunadamente, en las últimas décadas se han implementado diversas estrategias para reducir el riesgo. La norma mexicana NOM-231-SSA1-2016 regula el contenido de plomo en cerámica vidriada, y existen programas de capacitación que apoyan a los artesanos en el uso de esmaltes libres de plomo sin alterar la esencia estética de sus creaciones.

En cuanto a los dulces, la vigilancia sanitaria se ha fortalecido, aunque aún persisten retos en el control de productos del comercio informal o de procedencia desconocida (5).

Conclusiones

La historia del plomo en la vida cotidiana mexicana es también una historia de transformación. A medida que aumenta el conocimiento sobre sus efectos, también surgen alternativas más seguras para preservar nuestras tradiciones. Elegir loza sin plomo o verificar el origen de los productos que consumimos son decisiones simples pero significativas.

No se trata de renunciar a nuestras costumbres, sino de adaptarlas con responsabilidad. Proteger la salud también es una forma de honrar nuestra cultura, permitiendo que continúe, segura y colorida, hacia las nuevas generaciones.

Referencias

[1] García-Vargas GG, Rubio-Andrade M, Del Razo LM, Borja-Aburto VH. Análisis de la distribución nacional de intoxicación por plomo en niños de 1 a 4 años en México: ENSANUT 2018-2019. Salud Pública Méx. 2020;62(6):627-636. https://doi.org/10.21149/11097

[2] Instituto Nacional de Salud Pública. Intoxicación infantil por plomo en México. ENSANUT Continua 2022. 2022. https://ensanut.insp.mx/encuestas/ensanutcontinua2022/doctos/analiticos/25-Intoxicacion.infantil.por.plomo-ENSANUT2022-14798-72462-2-10-20230619.pdf

[3] Organización Panamericana de la Salud. Eliminación del plomo en loza vidriada artesanal: una prioridad de salud pública [Internet]. 2021 [citado el 10 de diciembrede 2024]. Disponible en: https://iris.paho.org/handle/10665.2/55203

[4] World Health Organization. Lead poisoning and health [Internet]. 2021 [citado el 23 de octubre de 2024]. Disponible en: https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/lead-poisoning-and-health

[5] Secretaría de Salud. *NOM-231-SSA1-2017, Bienes y servicios. Loza vidriada. Límites de solubilidad de plomo y cadmio*. Diario Oficial de la Federación. 2020. https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5586640&fecha=24/01/2020

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